Por: Aarón Cortes Hernández*
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Salmo 90:12
La tradición Judía marca como comienzo del año, Rosh Hashaná, que significa literalmente cabeza de año, el cual se celebra generalmente en el mes de nuestro septiembre. Dios, dicen los judíos, en su misericordia desea recibir al penitente, perdonar sus pecados y ofrecerle la oportunidad de iniciar el nuevo año con las manos limpias.
Como quien dice es una oportunidad de arrepentimiento y las puertas permanecen abiertas hasta el Día del Perdón en el que se establece el decreto final: “quién vivirá y quién morirá; quién estará sereno y quién perturbado; quién será pobre y quién será rico; quién se humillará y quién será exaltado”. Así todos los pueblos celebran de diferente manera la llegada de un nuevo año.
Nosotros en México celebramos también la llegada de un año nuevo, de muchas maneras, pero es de reflexionar precisamente, el hecho de que la vida humana está relacionada al tiempo, que la vida es breve y semejante a una peregrinación por el desierto.
El texto que encabeza este escrito es la petición que el Salmista hace a la divinidad y pareciera que dijera: “Señor, enséñanos a darnos cuenta de la brevedad de la vida terrenal y poner así suma diligencia en emplear lo mejor posible los días que nos concedas”. El hombre no sabe aprovechar la experiencia de la vida, de todos nosotros es conocido aquel dicho “nadie experimenta en cabeza ajena”, porque siempre el ser humano ha sido dado a ignorar los principios fundamentales de la vida. Cobra así importancia tan inusual petición, dada la fragilidad de la vida y la importancia de que no sea algo inútil sino que los días, por lo que en ellos se aprende, nos den sabiduría.
Vivir de prisa sólo es vivir rápido, pero muchas veces no significa nada, vivir con sabiduría es vivir aprovechando la experiencia que los años nos confieren, así es que podemos ver jóvenes sabios y viejos insensatos. La vida debe ser larga y próspera pues es corta y pasa como un suspiro, pero ¿cuánto ha de durar la vida? Moisés nos dice que deben ser setenta años, efectivamente ese es el parámetro aún en los países desarrollados, pero si llegáramos a ser longevos, que lo seamos, pero sabios.
Una nación de sabios fue el anhelo de los romanos y sus Senadores o “Senectos”, eran los consejeros de los gobernantes, ese ideal que en Roma no fue entre nosotros sí puede ser si al paso de los años nos volvemos más sabios, nos daremos cuenta que la vida humana es la vida de los moribundos, que tan pronto nacemos empezamos a morir y cada día nos acercamos más y más al sepulcro. Por eso debemos aprovechar este nuevo año de oportunidades y ponernos a cuentas con nuestro Dios y aunque la vida sea un suspiro empleemos bien nuestras fuerzas y oportunidades para servirle, obedecerle y honrarle al tiempo que vivimos en su gracia. Feliz año para todos los lectores de Mi Ambiente.
*Pastor general de la Iglesia Cristiana
Interdenominacional, A.R. ser@icir.gob
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