La grandeza del México Tenochtitlán radica en lo cosmopolita y avanzada que era en su época. Nada tenia que pedirle en ese entonces a ciudades como Venecia, Pisa, París, Madrid o Londres.
Su sofisticación culinaria era la meca y la envidia de cualquier otra ciudad, en sus mercados, bien podría uno abastecerse de pescado fresco tanto del golfo de México como del Pacifico así como peces del lago e infinidad de animales e insectos desde un armadillo o una serpiente hasta exquisita carne de venado proveniente de los actuales estados sureños anteriormente parte de los dominios mayas.
También era un centro de comercio de piel, conchas, materiales de metal y piedras preciosas, plumas finas, semillas y hierbas. La riqueza y variedad de tantos productos dejaron perplejos a los españoles que al ver a tan organizada civilización en medio de un claro transparente como un espejo no dudaron en tratarse hacer comparación con la ciudad más bella de Europa y simplemente no encontraron alguna con la magnificencia de la gran México Tenochtitlán,
El caso del emperador mexica es de resaltar la variedad de platillos que eran servidos durante la hora de comidas; hasta 32 diferentes platillos cada día y si esto no era poco cualquier manjar que apeteciese al emperador era preparado a la mayor prontitud.
El hacer posible todas estas maniobras no sólo se basaban al control y dominio de otros señoríos del antillano central y sus alrededores, sino también a la estructura de los pochtecas, que con la ayuda de sus cargadores, lograron extender una red comercial tan amplia que podría ir de lugares tan norteños como nuevo México hasta lugares tan sureños como Nicaragua y quizá un tanto de relaciones distante con los incas del Perú.
Bastaba que el emperador azteca apeteciera de un helado como para que en cuestión de horas fresca nieve de las faldas del volcán popocatépetl para prepárala con pétalos de fares y mieles silvestres.
Uno de los animales más significativos de esa época eran las aves de migración en especial el pato proveniente de las zonas norte del continente y que venían a aparearse a los lagos del valle de México. De estas aves se aprovechaba tanto su carne el plumaje y la grasa.
La siguiente receta que les presento es lo más próxima a los elementos autóctonos de hace mas de 500 años.
Sopa de nopales y pato
Ingredientes: 500gr de nopales cortados en tiras delgadas, 50 gr de grasa de pato, 3 jitomates guaje cortados en cubos pequeños, 500gr de acamayas o camarón seco (opcional).
200 gr de carne de pato, 2 ramitas de epazote picado finamente.
Calentar la grasa de pato y freír en ella la carne de pato y las acamayas. Agregar las tiras de nopales, el jitomate cortado y el epazote, llevar a ebullición. Agregar sal y servir.
Tanto un par de dientes de ajo como ¼ de cebolla pueden ser utilizados al gusto, aunque estos mismos fueron traídos por parte los españoles.
Y si se pregunta acerca de la sal bueno también en esas épocas se trataba de conseguir sales de tequesquite proveniente de los lagos y comercializado por el reino de Netzahualcóyotl.
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