DESPROTECCIÓN.- La población de niñas y niños padece en todo el mundo pobreza, abandono, violencia, explotación, abuso y maltrato sin que hasta ahora se hayan diseñado políticas públicas integrales que permitan su protección. Ni la Declaración de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ni los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes que están consagrados en la Constitución Política de México, resultan suficientes para librarlos de esos flagelos. Proyecciones del Consejo Nacional de Población arrojan que en 2018 en número de niñas y niños ascenderá a 26 millones 548 mil (21.3%) de la población nacional; 49.8% tendrán de 0 a 5 años de edad y 50.2% de 6 a 11. En el presente año habrán de nacer 2 millones 200 mil infantes, contra los 2 millones 590 mil registrados en 2011, y si bien es buena la noticia de que la tasa de natalidad va en descenso, la mala es que miles de los nuevos nacimientos corresponden a embarazos de niñas de entre 10 y 14 años. El 26 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Embarazo No planificado en Adolescentes, la directora del Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género (CELIG) de la Cámara de Diputados, Aurora Aguilar Rodríguez expuso que en 2016, nueve mil 555 niñas de 10 a 14 años tuvieron bebés en México, lo mismo que 389 mil de entre 15 y 19, y que en los últimos cinco años nacieron dos millones 617 mil de mujeres de15 a 19 años, 64 mil fueron de niñas menores a los 15. Lo anterior ocurre como consecuencia del abuso sexual infantil y los matrimonios o uniones entre menores de edad –que violan los derechos humanos al repercutir negativamente en el desarrollo físico, emocional y social-, por la cada vez más temprana iniciación de las relaciones sexuales sin protección, la insuficiente educación sexual y la falta de políticas públicas. En la Cámara de Diputados hay propuestas para eliminar las dispensas matrimoniales entre y con menores de 18 años, para equiparar el embarazo en menores de 15 años a lesiones, y para iniciar averiguación y persecución de oficio por el delito de abuso sexual infantil. Posiblemente lo anterior no sea suficiente para evitar que el futuro y la vida de millones de niñas se ponga en riesgo al embarazarse, si los padres, por su parte, no asumen la responsabilidad de la educación de sus hijos –mujeres y hombres- en cuanto al amor, las relaciones y la sexualidad, temas de los que la realidad exige hablar sin ambigüedad.
VIOLENCIA.- La asociación Ipas México documentó que el embarazo de niñas, es consecuencia de la grave violencia sexual que hay en el país. Para su directora, Eliana Olaizola, erradicar ese problema de salud pública no será posible si no se atiende el tema de la violencia sexual. Fernanda Díaz de León, coordinadora de política y abogacía, explicó que niñas y adolescentes son obligadas, mediante la fuerza física, el chantaje, la manipulación y amenazas a tener relaciones sexuales, lo que «representa una normalización cultural de la violencia».
POBREZA.- Entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) México ocupa el primer lugar en embarazo infantil y adolescente. En 2016 las entidades federativas con alta tasa de fecundidad en niñas de entre 9 y 14 años fueron Guerrero (3.69), Chiapas (3.37), Coahuila (3.23) y Baja California Sur (3.09). Quienes padecen pobreza, quienes tienen bajo nivel de educación, y quienes hablan alguna lengua indígena, son las más expuestas al abuso sexual.
ENCUESTADAS.- El 33% de mujeres de entre 12 y 19 años no usaron protección en su primera relación sexual; el 22% se embarazó por miedo al abandono de su pareja; 20% por no conocer los métodos anticonceptivos; 6% no creyó quedar embarazada en su primera vez; y 30% no planeó tener relaciones sexuales. A decir de la diputada María Guadalupe Almaguer Pardo (PRD), todos en México saben para qué sirve una aspirina, pero no todos saben y ni conocen, y menos las niñas de la primera y segunda adolescencia, sobre los métodos anticonceptivos.
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