El pasado 16 de octubre, el poder judicial del estado de Tlaxcala admitió a trámite la demanda de amparo presentada por personas indígenas yühmu (otomíes) del municipio de Ixtenco, en contra del programa público Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MasAgro), así como de la omisión de crear políticas públicas bioculturalmente adecuadas para la protección del maíz nativo y el sistema milpa.
La demanda fue interpuesta el 2 de octubre del año en curso ante el Juzgado Segundo de Distrito en el estado de Tlaxcala por las citadas personas, quienes argumentaron que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT), al diseñar y ejecutar el programa MasAgro, violaron los derechos del pueblo yühmu al territorio y acceso de los recursos naturales tradicionalmente manejados, como es el maíz nativo, y a la alimentación adecuada, en relación con su derecho humano a la identidad cultural, debido a que, en su construcción, se omitió considerar los conocimientos tradicionales, las condiciones ambientales y culturales de los pequeños productores.
En el estado de Tlaxcala existe presencia de 12 de las 62 razas de maíces nativos de México, cuatro primarias y ocho secundarias. Ahí se conoce, usa, siembra, cultiva, mejora, propaga y diversifica entre una quinta y una cuarta parte de toda la diversidad de razas nativas de maíz registradas para México. Para los quejosos, pertenecientes a la comunidad indígena yühmu, la actividad agrícola y la siembra de maíz en la milpa es algo trascendental para su forma de ser y estar en el mundo (identidad cultural), porque se trata de la reproducción constante de su patrimonio biocultural heredado, la generación de su sustento diario y la producción de alimentos sanos y culturalmente significativos.
Como ya documentó el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA) en suInforme sobre la pertinencia biocultural de la legislación mexicana y su política pública para el campo. El caso del programa de Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MasAgro), la implementación del programa MasAgro implica la sustitución de elementos importantes del patrimonio biocultural, la transferencia del control cultural y la violación de derechos humanos, puesto que en su construcción se omitió considerar los conocimientos tradicionales, las condiciones ambientales y culturales de los pequeños productores (que en un 75% son comunidades indígenas y comunidades campesinas), así como las formas de recreación del patrimonio biocultural.
El Programa MasAgro prioriza la construcción de un sistema agroalimentario industrializado en detrimento de los conocimientos y las prácticas tradicionales. Como ejemplo se puede citar uno de los objetivos explícitos de MasAgro Maíz que es el fortalecimiento de la industria semillera nacional a través de la provisión de semilla básica y precomercial a las empresas relacionadas con el programa, buscando con ello incrementar el rendimiento promedio de maíz en el subsector de temporal de pequeñas unidades de producción. De alcanzarse, esto supondría el desplazamiento de entre 25 y 50% de la superficie que actualmente se siembra de maíz nativo, lo cual claramente pone en riesgo la diversidad de este cultivo en todo el territorio nacional y un daño de grandes proporciones toda vez que México es centro de origen y diversificación de este grano.
Debemos recordar que México es reconocido como uno de los 17 países megadiversos del mundo, ocupando aproximadamente el 1% de la superficie continental de la Tierra; en él se alberga alrededor de la décima parte de todas las especies conocidas, así como 68 pueblos originarios. Los campesinos e indígenas son responsables de que nuestro país sea centro de origen y diversificación de alrededor del 15.4% de las especies que se utilizan en el sistema alimentario mundial.
Debido a lo anterior, las personas indígenas yühmu (otomíes) del municipio de Ixtenco hacen un llamado respetuoso al poder judicial para que se privilegien los modos tradicionales que ancestralmente han utilizado estas comunidades para cultivar y alimentarse, de forma que se resguarde la milpa, elemento fundamental de nuestro patrimonio biocultural.
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