Opinión

La Torre de babel

Manlio Fabio Beltrones

El proyecto de reforma fiscal presentado por el senador Manlio Fabio Beltrones se convirtió en el eje de las grandes discusiones de la última semana. Y si bien parece claro que no se convertirá en ley en las próximas semanas, si resulta obvio que significó un avance político para destrabar o al menor intentarlo, la agenda política nacional. El senador Beltrones luchó contra Andrés López y Marcelo Ebrard y con ellos con Manuel Camacho, a quienes no necesitó de mucho para arrinconarlos no sólo por su vocación por evitar el debate de fondo de los problemas nacionales, sino por su incapacidad para poner en la mesa de las discusiones, algún tipo de propuesta que vaya más allá de la descalificación del contrario. Se enfrentó al gobierno con la Secretaría de Hacienda a la cabeza y logró, se acepte o no, captar la atención de sectores a los que por una u otra razón, no había logrado acercarse. La idea de bajar impuestos está ya en la mente de los mexicanos. Y ello no será fácilmente eliminado. Pero este debate no ha terminado. Y contra todo lo que pueda suponerse, es apenas parte de un proyecto mucho más amplio en el que el capítulo siguiente será la reforma política. Basta con poner un poco de atención al evento del pasado lunes 21 del presente en el IFE para que se vea con claridad el siguiente paso. El Presidente Felipe Calderón y el senador Beltrones hablaron de la necesidad de los cambios en el sistema político. Sus discursos son en el peor de los casos, elegantes y amables con la otra parte, comedimientos aparte, la parte medular habla de la “última oportunidad” en esta administración por alcanzar un acuerdo político de gran alcance. Y si el gobierno y el PRI que está aliado a Beltrones tienen ya un avance en las negociaciones, ¿qué es lo que se puede esperar? La idea de cambios en la ley para dar agilidad y margen de movilidad a la Presidencia de la República, al Congreso de la Unión como Poder Legislativo y al sector social. Así, parece simple el aceptar que habrá iniciativa preferente para evitar el bloqueo a las acciones del gobierno, que habrá reducción en el número de diputados y senadores y que habrá ratificación si no de todos los funcionarios públicos, sí por lo menos, de algunos de ellos, además de que se regularizará el caso de las candidaturas ciudadanas y la iniciativa popular. Y según se ve el panorama, y de acuerdo a los tiempos políticos actuales, el tiempo corre lo que obliga a que el proyecto se presente, por supuesto vía el Senado, para que pueda ser discutido y en su caso aprobado, antes de que el actual período de sesiones de paso a las grandes batallas electorales de este año… Tal y como se esperaba, el PRD demostró de nueva cuenta que los grupos que le dominan no pasan de ser una larga serie de aglutinamientos de mercenarios de la política. Marcelo Ebrard quiere burlarse de quienes esperaban una fractura en el perredismo. Pero evitar comentar que para evitar esa fractura lo que se aplicó fue un cínico y desideologizado reparto de posiciones entre todos para que nadie quedara fuera del botín. Así, es cierto que por el momento no se tiene un rompimiento, pero también lo es que se puso en evidencia, de nueva cuenta que lo importante para las tribus en el PRD, no es la ideología, sino el reparto del poder. La verdadera derrotada es la izquierda mexicana que ahora tiene en ideólogos del tamaño del señor Ebrard, a su más importante abanderado, en espera de que Andrés López sea incapaz de consolidar su propia plataforma electoral… Interesante entre tanto, la idea de Alejandro Encinas, quien liga al DF con el Estado de México electoralmente hablando. Y en esa idea, de lo que se trata es de la posible derrota del perredismo en la capital del país. Esto podría ser sólo un discurso más, pero también podría ser una advertencia para ese PRD dispuesto a inclinar la cerviz ante el gobierno federal. r

Norberto de Aquino
l proyecto de reforma fiscal presentado  por el senador Manlio Fabio Beltrones  se convirtió en el eje de las grandes discusiones de la última semana. Y si bien parece claro que no se convertirá en ley en las próximas semanas, si resulta obvio que significó un avance político para destrabar o al menor intentarlo, la agenda política nacional. El senador Beltrones luchó contra Andrés López y Marcelo Ebrard y con ellos con Manuel Camacho, a quienes no necesitó de mucho para arrinconarlos no sólo por su vocación por evitar el debate de fondo de los problemas nacionales, sino por su incapacidad para poner en la mesa de las discusiones, algún tipo de propuesta que vaya más allá de la descalificación del contrario. Se enfrentó al gobierno con la Secretaría de Hacienda a la cabeza y logró, se acepte o no, captar la atención de sectores a los que por una u otra razón, no había logrado acercarse. La idea de bajar impuestos está ya en la mente de los mexicanos. Y ello no será fácilmente eliminado. Pero este debate no ha terminado. Y contra todo lo que pueda suponerse, es apenas parte de un proyecto mucho más amplio en el que el capítulo siguiente será la reforma política. Basta con poner un poco de atención al evento del pasado lunes 21 del presente en el IFE para que se vea con claridad el siguiente paso. El Presidente Felipe Calderón y el senador Beltrones hablaron de la necesidad de los cambios en el sistema político. Sus discursos son en el peor de los casos, elegantes y amables con la otra parte, comedimientos aparte, la parte medular habla de la “última oportunidad” en esta administración por alcanzar un acuerdo político de gran alcance. Y si el gobierno y el PRI que está aliado a Beltrones tienen ya un avance en las negociaciones, ¿qué es lo que se puede esperar? La idea de cambios en la ley para dar agilidad y margen de movilidad a la Presidencia de la República, al Congreso de la Unión como Poder Legislativo y al sector social. Así, parece simple el aceptar que habrá iniciativa preferente para evitar el bloqueo a las acciones del gobierno, que habrá reducción en el número de diputados y senadores y que habrá ratificación si no de todos los funcionarios públicos, sí por lo menos, de algunos de ellos, además de que se regularizará el caso de las candidaturas ciudadanas y la iniciativa popular. Y según se ve el panorama, y de acuerdo a los tiempos políticos actuales, el tiempo corre lo que obliga a que el proyecto se presente, por supuesto vía el Senado, para que pueda ser discutido y en su caso aprobado, antes de que el actual período de sesiones de paso a las grandes batallas electorales de este año… Tal y como se esperaba, el PRD demostró de nueva cuenta que los grupos que le dominan no pasan de ser una larga serie de aglutinamientos de mercenarios de la política. Marcelo Ebrard quiere burlarse de quienes esperaban una fractura en el perredismo. Pero evitar comentar que para evitar esa fractura lo que se aplicó fue un cínico y desideologizado reparto de posiciones entre todos para que nadie quedara fuera del botín. Así, es cierto que por el momento no se tiene un rompimiento, pero también lo es que se puso en evidencia, de nueva cuenta que lo importante para las tribus en el PRD, no es la ideología, sino el reparto del poder. La verdadera derrotada es la izquierda mexicana que ahora tiene en ideólogos del tamaño del señor Ebrard, a su más importante abanderado, en espera de que Andrés López sea incapaz de consolidar su propia plataforma electoral… Interesante entre tanto, la idea de Alejandro Encinas, quien liga al DF con el Estado de México electoralmente hablando. Y en esa idea, de lo que se trata es de la posible derrota del perredismo en la capital del país. Esto podría ser sólo un discurso más, pero también podría ser una advertencia para ese PRD dispuesto a inclinar la cerviz ante el gobierno federal. r

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