Uno de los efectos más claros del cambio climático y que afecta directamente la salud son las llamadas “olas de calor”, que en últimos años se han experimentado de manera anómala y progresiva.
De acuerdo a datos de las Naciones Unidas, se acaban de vivir 17 de los 18 años más calientes registrados en la historia han ocurrido desde 2001.
En el caso de México, los estados de Sonora, Baja California, Chihuahua, San Luis Potosí y Guerrero han alcanzado temperaturas de más de 50°C en los últimos años, poniendo en riesgo la salud de la población humana y de la biodiversidad.
Los nuevos modelos climáticos predicen un aumento alarmante en nuevas olas de calor en adelante, con mayor frecuencia y más aceleradas; se detalló esta información en el marco del Día de la Tierra 2019.
Es fundamental invitar a que las personas tomen acción urgente y activamente transformen sus ciudades en inteligentes, seguras y conscientes mediante la innovación y cambios de hábitos sostenibles.
Durante los últimos 50 años, la actividad humana, en particular el consumo de combustibles fósiles ha liberado cantidades de CO2 y otros gases de efecto invernadero que retienen más calor en las capas inferiores de la atmósfera y alteran el clima mundial.
De esta forma, los años más calientes de los registros oficiales han sido los 4 últimos años. 2018 fue el 42° año consecutivo con una temperatura global por encima del promedio de este siglo y fue el año más caluroso de la historia en 29 países y en La Antártica.
Una onda u ola de calor es un periodo de temperatura excesiva, casi siempre combinado con humedad, que se mantiene durante varios días consecutivos, estas condiciones pueden ser desfavorables para comunidades —las más vulnerables suelen ser las de menores recursos—, e incluso representar un peligro para la salud y la vida.
De acuerdo a Natalia Lever, Directora de The Climate Reality Project para México y Latinoamérica, “nuestra generación se encuentra ante un escenario que puede significar una crisis global, con el costo humanitario más grande de la historia o una oportunidad para construir un futuro saludable y próspero”.
Para 2020, el más mínimo incremento en la temperatura, puede significar un gasto de miles de millones de dólares en enfermedades pulmonares como el asma o padecimientos en la piel debido a la alta radiación, atención a desastres ocasionados por huracanes o inundaciones, carencia de alimentos y de agua, así como muertes prematuras o súbitas por olas de calor.
Añadió que el cambio climático influye en las condiciones sociales y medioambientales que determinan la salud, como el aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura. Precisamente, es en las ciudades donde se experimentan más las olas de calor y donde la tensión térmica es particularmente grave, pues la temperatura se puede elevar más de 5 °C debido a la poca presencia de áreas verdes, dando lugar al fenómeno conocido como isla de calor.
Estas islas se forman por los cañones urbanos, que son los edificios y calles donde el calor acumulado en la superficie tiene mayor dificultad para dispersarse. Los materiales y superficies con los que están construidas las ciudades favorecen la retención de calor.
El golpe de calor requiere tratamiento de urgencia, ya que de no tratarse puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte. La CDMX tiene un semáforo de índice de calor y se activa cuando la temperatura supera los 30 grados.
De acuerdo con la Clínica Mayo, algunos de los signos y síntomas del golpe de calor son:
- Temperatura corporal elevada. Una temperatura corporal central (40 °C) o superior, es el signo principal del golpe de calor.
- Alteración del estado mental o del comportamiento. El golpe de calor puede provocar confusión, agitación, problemas de dicción, irritabilidad, delirio, convulsiones y coma.
- Alteración en la sudoración. En el golpe de calor provocado por el clima caluroso, la piel se sentirá caliente y seca al tacto. Sin embargo, en el golpe de calor producido por el ejercicio extenuante, la piel puede sentirse seca o ligeramente húmeda.
- Náuseas y vómitos. Puedes sentir el estómago revuelto o vomitar.
- Piel enrojecida. La piel puede enrojecerse a medida que aumenta la temperatura corporal.
- Respiración acelerada. La respiración puede volverse rápida y poco profunda.
- Frecuencia cardíaca acelerada. El pulso puede aumentar considerablemente debido a que el estrés por calor impone una enorme carga en el corazón para ayudar a enfriar el cuerpo.
- Dolor de cabeza. La cabeza puede latir.
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