“…La humedad de la atmósfera desaparece, las lluvias enrarecen o vienen sin concierto a destruirlo todo, las estaciones se modifican… El hombre, empero, ya en su brutal deseo de lucro, ya sumido en una indiferencia salvaje, pasa por la tierra destruyendo árboles.
“Los conquistadores odiaban a los árboles.
“El árbol ocultaba al enemigo, disimulaba la acechanza… Nosotros heredamos este odio al árbol, con todo y que ahora ya no lo justifica la primordial necesidad de la guerra. Y el arriero que va canturreando por los caminos, arranca a su paso, para arrear a la mula, el débil varejón que había plantado allí una mano piadosa. Así la virgen América va perdiendo su admirable cabellera de selvas, y pronto, si Dios no lo remedia, será un desierto amarillento, en el cual acaso viva la melancolía grisácea de algunos cardos…”. (Del tomo I, Obras completas de Amado Nervo. Editorial Aguilar, 1973: “La falta de árboles”, páginas 1261 y 1262.)
“Hace diez años se quiso saber en Francia cuántos pajarillos se habían exportado de la Gironda, y documentos irrefutables dieron la cifra de 25,000 kilos, que representaban una masa de 750,000 pájaros muertos en unos cuantos meses… Ahora bien: los entomólogos hacen ascender a doscientos el número de bichos, de larvas, de pulgones, de orugas, de moscardones, etc(étera), que diariamente devora un pájaro insectívoro… Multipliquen, pues, ustedes 200 por 750,000 y sabrán así la cantidad de insectos nocivos que han dejado de aniquilar a diario los pájaros matados en la Gironda…Naturalmente, después vienen los viñedos destruidos, las cosechas perdidas, los parásitos implacables, a pesar de todas las químicas, las lamentaciones de las comarcas, la rebelión, los motines, las balas… Todo porque la estupidez de los hombres y de las mujeres destruyó (aquellos en su necio afán de lucro, y éstas en su símico afán de modas ridículas) las bandadas de pájaros, gloria, música, utilidad y alegría de la creación: Los abetos, los deliciosos abetos, tienen un enemigo poderosos: la carcoma, cuya larva abre surcos en la corteza y hace languidecer y morir en breve al árbol… Se ha acabado por recurrir a un medio heroico: se derriba y se quema todo árbol enfermo con la esperanza de que el fuego purificador extinga la causa del mal… ¡Vano esfuerzo! Crece el desastre; regiones enteras desensilvecidas, bostezan desolación y tedio…” (Del tomo I, Obras completas de Amado Nervo. Editorial Aguilar, 1973, “Una cruzada en favor de los pájaros”, páginas 735 y 736, con fecha de junio de 1911.)
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“México, 5 de abril de 1902. De continuar la tala inmoderada de nuestros bosques con el pretexto de desarrollar nuestras industrias, de proveer de durmientes al ferrocarril, de leña para el carbón de las máquinas, de postes para los hilos telegráficos, pronto tendremos que recurrir a la pintura a la fotografía para recordar la belleza de este don natural, que poco a poco se extingue en los alrededores del otrora arbolado Valle de México.” De “Tiempo de México”, Secretaría de Educación Pública, Primera Época, de octubre de 1807 a junio de 1911, segunda edición, 1984.
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