NOTICIAS DEL IMPERIO (2)
Lo que vino para quedarse
Dentro de esa comitiva de funcionarios europeos y soldados belgas, austriacos, franceses y húngaros; todos ellos habrían de dejar una muy marcada influencia durante la segunda mitad del siglo XIX.
Muchos de ellos avenidos con la idea de formar parte de una nueva nación de un imperio naciente, habrían de abandonar sus raíces y desplazarse hasta el otro lado del océano, en busca de una nueva aventura, del sentimiento de formar parte de futuro que vislumbraba promisorio.
De acuerdo al célebre historiados gastronómico Edmundo Escamilla serian años de movimiento gastronómico en las principales ciudades del centro del país debido al auge e incremento de cafeterías de corte europeo, de la sofisticación en los banquetes y cenas de gala, pero también del grueso del pueblo.
Este quizá sea el ultimo mestizaje gastronómicamente hablando, que dejó un gran legado hasta nuestros días.
Elementos en la repostería y panadería, en las comidas de gran alcurnia. Las mesas de manteles largos en las familias adineradas, con la más fina y lustrosa vajilla de plata, ejemplo impuesto por los Emperadores Maximiliano I y la Emperatriz Carlota; siempre empeñados en mostrar a través de sus buenas maneras y los más refinados modales posibles el enorme respeto que tenían con cualquiera de los invitados a la mesa.
Inclusive en los periodos de ausencia del Emperador Maximiliano, Doña Carlota ilustre estadista, considerada una de las más eminentes mujeres de estado conocidas en la historia, equiparándola inclusive con la reina Victoria. Fundadora del antecesor de lo que hoy conocemos con el nombre del DIF y de los patronatos benéficos en pro de los más necesitados, le generaban muchas simpatías dentro de las clases medias y bajas. Por primera vez en la historia de la joven nación, comenzaba a existir cariño y respeto por los gobernantes en turno.
El paseo de la Emperatriz hoy conocido como Paseo de la Reforma poco a poco fue llenándose a sus alrededores de restaurantes, cafeterías y establecimientos donde podía consumirse los platillos de moda, pequeños carros calentados con leña y ollas de barro utilizadas como contenedores de pastelillos franceses. Como menciona mi estimado amigo Joe Valero: “siempre he pensado que el sonido del silbato del carrito de los camotes es un sonido muy triste” y es quizá por que suena a nostalgia, de ese rústico sistema de calderas que sonaba apabullante como el sonido del progreso de una nueva era, que era acompasado por esos cilindros importados que tocaban las más dulces y suaves melodías, siempre y cuando no se perdiera el ritmo de girar la manivela.
Los soldados europeos fueron bastante condescendientes al momento de enseñar las más novedosas técnicas de panadería y repostería del momento. y muy pronto estallaría el boom por la popularización de la galletería, confitería , chocolatería y panadería, como fueran los birotes, bolillos, baguettes, hojaldres, empanadas y campechanas, son solo alguno de los ejemplos de la extensa gama de panes que se irían trasmitiendo y dando vida a otros muy tan “a la mexicana” como fuera la transformación del croissant al cuernito.
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