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Con el Fogón a Punto

O BIEN VENDIDO O BIEN PODRIDO

La filosofía de la miseria humana.

Estadísticamente hablando de acuerdo a un reporte de la organización de las naciones unidas para la alimentación y la agricultura, son 280 kilos de comida, por habitante que se desperdician al año, mientras que 800 millones de personas padecen de hambre. Los datos son duros mil trescientas toneladas se pierden anualmente.

Resulta lastimero que ya haya trascurrido poco más de una década del progresista siglo XIX, y los problemas que aquejan a la humanidad desde sus orígenes sigan siendo la constante del ser. Aun peor no obstante los avances tecnológicos que han contaminado tanto el ambiente al grado de propiciar el calentamiento global, puedan resolver la enorme preocupación de todos los países, que es la de garantizar la sustentabilidad alimentaria y los recursos hídricos, orillando a algo que nadie quisiera que fuera una guerra de dimensiones apocalípticas.

Por más de treinta años se ha enviado ayuda a las naciones africanas para paliar los catastróficos problemas de hambruna y enfermedades en la población negra, sin que hasta el momento existan significativos avances en la lucha por la erradicación de la pobreza y por ende el desarrollo de estas naciones.

En México las políticas sociales y los métodos para acortar la brecha entre los pobres y ricos parece ser una situación utópica. Uno de los proyectos insignia del gobierno de EPN fue la cruzada contra el hambre que en pocos meses, demostró la ineficacia al sólo utilizar los datos de la Secretaría de Desarrollo Social de los más desprotegidos para manipular las preferencias electorales. Para estas fechas muchos son tan ajenos e indiferentes a esta cruzada como lo hubo de escépticos al inicio de la misma. Un like en redes sociales no fue una metódica forma de paliar la pobreza o el hambre, tampoco lo fue el tweet, y si doña Rosario Robles no lo sabe tampoco el atole con el dedo es una significativa fuente nutritiva.

El titulo de esta nota, citando vieja vendedora de frutas en el mercado 24 de Agosto de la colonia Narvarte; donde para mediados del siglo XX mis abuelos ejercieron el oficio de comerciantes. Dicha mujer dedicada a la venta de frutas, tenía como misiva y filosofía: o bien vendido o bien podrido, absorbiendo en todo caso la pérdida económica que esto representaba, además de inflar por mucho sus precios para de cierta forma reducir el impacto de la merma. Mi abuelo por su parte, era un comerciante que partía su tiempo entre la venta de fresa en la merced y su negocio de cremería y abarrotes en dicho mercado.

Acerca de Alfredo Álvarez

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