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CON 8 DÉCADAS DE EXISTENCIA EL PBA, UN ESPACIO VIVO DE CULTURA

Así estuvo por años.

Así estuvo por años.

Luego de muchos años y una inversión de 33 millones de pesos, por fin, el 20 de septiembre de 1934, con la puesta en escena de la obra La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón, el hermoso y majestuoso Palacio de Bellas Artes fue inaugurado por el primer presidente de México, Abelardo L. Rodríguez. Ahora que va a cumplir 80 años de vida, continúa siendo un referente de la ciudad de México, sigue imponiéndose y sobresaliendo en su entorno, además de que es un espacio vivo para la cultura, arte y educación. Es un oasis en esta ciudad. Al hablar de su construcción e historia, la especialista en el tema, Alejandrina Escudero, aseguró que con su edificación marcó la ruta de la modernización de la ciudad de México por lo que se convirtió en el espacio público por excelencia y se ha convertido en el corazón de la urbe por su diseño modernista y vanguardista. Hay que recordar que el inicio de la construcción fue el 2 de abril de 1904 (aunque en realidad se manejan dos fechas del arranque e inauguración), bajo la dirección del italiano, Adamo Boari. Porfirio Díaz Mori ordenó la construcción del edifico que nos ocupa y de lo que iba a ser el Congreso de la Unión que finalmente terminó en Monumento a la Revolución; estas obras junto con el Hemiciclo a Juárez y la Columna de la Independencia, entre otras, servirían para festejar el primer centenario de la Independencia de México, el 16 de septiembre de 1910, aunque en realidad la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821. De acuerdo con la historiadora de arte, asentó que el edificio emprendido por el régimen porfirista dio paso a un proyecto político, humanitario y cultural. Fue un espacio diseñado para albergar a uno de los mejores teatros del mundo, similar a los de Europa. La también investigadora apuntó que, desde el comienzo de su edificación, el Palacio de Bellas Artes sufrió hundimientos y problemas técnicos de toda índole, sin olvidar su interrupción por varios años por el estallido de la revolución y después se dejó el olvido por falta de recursos económicos. Por existir dos versiones muy difundidas, recurrimos a la información oficial del INBA que establece que a partir de 1930, bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, el arquitecto Federico E. Mariscal fue el encargado del proyecto de la conclusión del Teatro Nacional; sin embargo, no es sino hasta 1932, con el apoyo del secretario de Hacienda, Alberto J.Pani, que la obra fue revitalizada con las instrucciones precisas de concebir un edificio «… asiento de una institución nacional de carácter artístico», que albergara varios museos, de ahí que por primera vez en 30 años se cambiara el nombre del edificio, de Teatro Nacional al de Palacio de Bellas Artes. Debido a la fuerte inversión que se requería para acabar el recinto, éste debía responder a una necesidad social y ser de utilidad pública. Así, el Palacio de Bellas Artes fue concluido por el arquitecto Mariscal el 10 de marzo de 1934. Así que Mariscal concluye la parte externa colocando la cúpula y hace totalmente la obra interior usando mármol rojo para diferenciarse del blanco que usó Boari. El escenario es de 24 metros de longitud cuenta con el gran telón antifuego (único en el mundo dentro de un teatro de ópera) con la imagen de los volcanes mexicanos Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y un peso de 24 toneladas; fue encargado a la Casa Tiffany de Nueva York. En el techo de la sala se encuentra la lámpara de cristales, que fue diseñada por el húngaro Geza Marotti y en la que se representa al dios griego Apolo rodeado de las musas de las artes. La Orquesta Sinfónica Nacional, Compañía Nacional de Teatro, Compañía Nacional de Ópera y Compañía Nacional de Danza presentan sus temporadas en este recinto. Hay que poner en relieve que el 23 de mayo de 1950 debutó en su escenario María Callas, cantando Norma. Ahí también se realizó la célebre función de Aída en la cual la soprano intercaló un célebre mi bemol al final del segundo acto de dicha ópera. La grabación de ese momento ha pasado a la historia. Callas cantó en este escenario las dos únicas funciones de Rigoletto que dio en su vida. También pasaron por aquí María Tereza Montoya, Zubin Mehta, Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Teresa Berganza, Birgit Nilsson, Marilyn Horne, Alexander Kipnis, Mstislav Rostropóvich y Rudolf Nuréyev, entre otros. Las grandes orquestas del mundo también se han presentado ahí, como la filarmónica de Londres, Nueva York, Viena, Moscú, Los Ángeles, Real Filarmónica de Londres, Orquesta de París, Filadelfia, Staatskapelle de Dresde, Sinfónica de Montreal, las Nacionales de España y China, entre otras.

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