“Por la tarde, en los vidrios que obstruyen la mirada,
a la noche invadida por las alas sin sueño, te he gritado,
con los labios hendidos a golpes de nostalgia, con mil cargas de alcohol y dinamita,
con los dientes dolidos por el resuello de las ingles,
y, en medio de mis muslos, el semen no vertido…»
“Palabras para el desencuentro”, Enrique de la Peña
a la noche invadida por las alas sin sueño, te he gritado,
con los labios hendidos a golpes de nostalgia, con mil cargas de alcohol y dinamita,
con los dientes dolidos por el resuello de las ingles,
y, en medio de mis muslos, el semen no vertido…»
“Palabras para el desencuentro”, Enrique de la Peña
El extracto de poema que acaban de leer no es precisamente de lo más conocido de su autor, de hecho, como obras literarias propias no son pocas las populares y sabidas, aunque mucho se le debe por “Las estratagemas de Dios” (1988), libro con el cual gana el Premio “Xavier Villaurrutia”, así como la medalla conmemorativa por los 3000 años de Jerusalén otorgada por la embajada de Israel en nuestro país.
También, como parte de su legado deja obras como “Las máquinas espirituales” (1991); “El indeleble caso de Borelli” (1991), “Mineralogía para intrusos” (1993); “El centro sin orilla” (1997), “Las controversias de la fe” (1999), traducción directa del griego de los evangelios según Mateo, Marcos, Lucas y Juan o “Palabras para el desencuentro” (2005).
Sin embargo, el mexicano Ernesto de la Peña es mucho más reconocido por su trabajo como traductor, políglota y contribuidor a la cultura y el humanismo. Y no lo digo yo, lo dice la cantidad de premios y nombramientos con los que fue homenajeado: miembro del Consejo de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), miembro del Consejo Consultivo del Archivo General de la Nación, Premio Nacional de Lingüística y Literatura, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Internacional Menéndez Pelayo, entre otros.
Y es que, en tan sólo 84 años de vida logró el conocimiento de treinta y tres lenguas y el dominio profundo de algunas de ellas como el griego, latín, sánscrito, hebreo, árabe y chino; y sus esfuerzos a la búsqueda del conocimiento, de la cultura, de un mejor entendimiento de lo que occidente y oriente significa.
… De la Peña nació el 21 de noviembre de 1927 en la ciudad de México y falleció el pasado lunes 10 de septiembre.
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