Solariega*
Se insinúan en los pretiles virreinales
los cantares de torcazas,
y hay frescuras conventuales
en las sombras de las casas.
Casas de hosco Mayordomo,
de pretérita cancela,
de católica vejez.
Casas como fue la casa de mi abuela
donde anduvo mi niñez.
*Fragmento
Francisco González de León
Aldabón. Acrílica sobre corrugado. 21.2 x 24.4 centímetros.
Don Antonio de Pompa y Pompa en su «450 años de la imprenta tipográfica en México» [Asociación Nacional de Libreros, 12 de noviembre de 1988] establece que la primera imprenta fundada en México fue la del germano Johann Cronberger [o Cromberger] y del italiano Juan Pablos en la capital de Nueva españa [1539-1548]; la segunda asentada en la ciudad de Puebla a partir de 1642 por don Pedro Quiñones; la tercera [alrededor de 1720] propiedad de doña Francisca Flores viuda de don Luis Ramírez de Aguilar en la ciudad de Oaxaca; para la cuarta, en la ciudad capital del antiguo reino de Nueva Galicia regida por don Miguel Antonio Valdés y dirigida por don Mariano Valdés Téllez Girón, es aceptado el año de 1793 para el inicio de sus actividades; ya en el año de 1850, en Lagos [reconocido posteriormente con el apellido de su héroe-insurgente Pedro] de Moreno, figura como la segunda imprenta en ese Estado.
Es de esta población alteña de la que Fernando del Paso en sus «Noticias del Imperio» [tomo I, De-Agosti–Conaculta, 2003] dice: «El general Bazaine le escribió desde el Palacio de Buenavista al ministro francés, el mariscal Randon, para informarle que la división del Mariscal Castagny había ocupado con éxito las ciudades de León y Lagos [1863?].
Es el espacio vital en donde don Francisco González León –boticario de «La Luz»– editará a los 46 años su libro de poemas «Maquetas», obra de la cual José Ramón López Velarde y Berumen –el poeta jerezano de la «Suave Patria» [hoy en pleno regurgitar engolado e inmisericordemente]– tomará el reflejo de lo cotidiano y las reiteraciones, personaje del que ya en nuestros días don Luis Leal comenta: «… advierto en la literatura mexicana dos corrientes: una popular y otra erudita. López Velarde logra, en sus poemas, fundir ambas corrientes; en la novela, la fusión la realiza Agustín Yáñez.» [Los mejores 10 cuentos mexicanos del siglo XX. UNAM, 2007].
Algunos años antes, don Antonio Castro Leal en su prólogo a la edición del 2000 en Editorial Porrúa para: «Ramón López Velarde/Poesía completa y el Minutero» asienta: «La primera influencia, a mi parecer determinante y decisiva, en la obra de López Velarde es la del poeta laguense Francisco González León (1862-1945), de quien supo, según cuenta en su artículo El capellán, por el padre Mireles, bizarro y culto personaje, atento siempre a la producción literaria del interior de la República. Después de Megalomanías –poemas sobre motivos palaciegos de la corte de Francia, que la crítica recibió mal–, González de León publicó en Lagos de Moreno otro libro, Maquetas (1908), colección de versos sobre lo que habría de ser desde entonces su domino indiscutible: la vida provinciana, su tranquilo y reducido escenario, sus apacibles personajes, sus vicisitudes sentimentales y sus inocentes placeres […] Le enseñó a ver la provincia como material artístico, a sentirla en sus perfiles literarios, y le suministró al mismo tiempo determinados modos de expresión: metro, imagenes, adjetivos, fórmulas verbales.»
Con el número de ficha 664, en su página 123 de la obra «El Estadio» [La prensa en México 1870-1879] de la serie de Antropología social, edición del INAH, destaca en Lagos de Moreno, Jalisco, durante 1873: «La circulación del periódico ‘El Mentor’, periódico independiente de literatura, actualidad y avisos», y aclaran los autores [Marcelo Abramo Lauff y Yolanda Barberena Villalobos]: «Era un semanario político, dirigido por Ausencio López Arce». [Acervo de la Hemeroteca Histórica de la Biblioteca «Eusebio Dávalos Hurtado», del INAH].
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