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De tinta centenaria (II)


Gabriel. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.

En la bibliografía del presbítero doctor Agustín Rivera y Sanromán, hecha por el señor Juan B. Iguíniz, en la cita correspondiente leemos: «132. Manifestación de gratitud. (Al pie). Ausencio López Arce e Hijo, Impresores, Plazuela del Molino, letra J.

«El Plan del Hospicio i el segundo Imperio». Con el mismo pie de imprenta asienta el domicilio para el taller en la 3a. calle de Las Pilastras número 10 con fecha de 1898.

En un apartado destacado con itálicas «Sofismas del Sr. Canónigo Doctor D. Agustín de la Rosa, al impugnar el libro ‘La Filosofía en Nueva España’/Artículos sueltos escrito en Lagos por Agustín Rivera, autor del mismo libro, y dedicado a su amigo el literato Señor Lic. D. José López-Portillo y Rojas/ Lagos. Tip. de Vicente Veloz, a cargo de A. López Arce/1887», y poco más abajo es el mismo A[usencio] López Arce quien imprime el opúsculo ampliado y aquí se asienta el domicilio del taller en Plaza de la Reforma No. 12 en el año de 1887.

Por el contenido, contrario a la aceptación general respecto a la época, añadimos la cita siguiente: «Disertación escrita por Agustín Rivera, quien la dedica a las niñas del Liceo del P. Guerra que estudian Lógica, Metafísica i Moral, i a las demás señoritas que han cursado en la misma cátedra./»Oh Filosofía, guía de la Vida» Cicerón (387)/Lagos/ Ausencio López Arce, Impresor./Plazuela del Molino, Letra J./1893.

Don Ausencio López Arce [1854-1908], tipógrafo por treinta y cinco años, fue distinguido con la amistad y trato especial por el presbítero Agustín Rivera y de ello queda constancia en el parrafito que reproducimos a continuación tomado del «Diccionario Laguense de Hombres y Mujeres Ilustres», a cargo del señor Sergio López Mena, editado por la Casa de la Cultura en el año de 1999, reza por dedicatoria autógrafa en la fotografía otorgada a don Ausencio: «1887. A mi compatriota, discípulo, amigo y tipógrafo, que a pesar de su pobreza no imprime solamente por interés pecunario sino también por amor a la civilización y patriotismo; mi consocio en los trabajos y placeres de la prensa y en la suerte de mis libros presente y futura». Firma: Agustín Rivera.

De la importancia del personaje queda evidencia en la página 78 de la bibliografía más arriba citada:

«Oración fúnebre que pronunció el Sr. Dr. D. Agustín Rivera en el sepelio del cadáver de Ausencio López Arce, en el panteón municipal de Lagos de Moreno, el día 14 de octubre de 1908.
«En ‘El defensor del Pueblo’, Lagos, número correspondiente al 25 de octubre de 1908».

Es en los talleres de López Arce en donde don Mariano Azuela edita su novela «María Luisa» [Lagos de Moreno, 1907], a más, don Mariano –amigo cercano de la familia– colaboró con «El defensor del Pueblo», ejemplo de ello es la fecha del 15 de agosto de 1907 «Impresiones de la Ópera» con encabezado «Uno de la galería»; antes, el 6 de agosto [día culminante en los festejos tradicionales de la localidad] de 1903, con firma de Ma. González, publica «Pinceladas», «De mi tierra» [diploma de los juegos florales de Lagos de Moreno] el 7 de junio de 1903 en «El Imparcial»; en «El defensor del Pueblo» [octubre de 1904 con firma «X» aparecen «Víctimas de la opulencia» y «En derrota», 2o. premio en el concurso de «El Imparcial» en el año de 1904.

Del hijo y heredero de don Ausencio, en el apartado «Continúan las persecuciones», en el capítulo tercero de «La lucha en la ciudad de México» de su obra «Juan Sarabia, apóstol y mártir de la Revolución Mexicana», Eugenio Martínez cita: «… en Lagos de Moreno, Jalisco, el periodista Gabriel López Arce, director de «El defensor del Pueblo», ha sido hecho prisionero simplemente por haber censurado un discurso ofensivo para los principios liberales pronunciado por el notario del curato de la misma población».

Durante la época álgida, al final del régimen del agotado Porfirio Díaz, Gabriel López Arce escribe en «El Imparcial» con el seudónimo de «El duende gris», para posteriormente migrar al espacio de la Alta California amenazado y perseguido por su oposición a la administración de los jerarcas denomiados «los científicos».

A su regreso al terruño laguense –arruinados– su hijo Gabriel López Arce [II] crea, sino la primera, una de las primeras fotonovelas con ambiente campirano cuyo éxito, obviamente, quedó reducido a nada. Así, trasplantado éste al Distrito Federal, laborará desde su juventud en los que fueran los talleres por antonomasia en Latinoamérica: «Galas de México», en los cuales, cosas de la herencia cultural familiar y genética, llegó a ser cajista de primera en la era alboral de la linotipia antecesora de la fotocomposición y preludio para las ediciones mediante los sistemas de cómputo.

Por demás será afirmar que en la cadena de las tres generaciones ninguno de ellos disfrutó de la tranquilidad económica a la cual –suponemos– tuviéron derecho por su hacer meritorio en favor de las letras y la ampliación del universo humano en la cultura.

Las tardes en que están dormidos
todos los ruidos.

Las tardes en que parece
que están como anestesiadas
todas las flores del huerto,
y que la sombra parece más sombría
y el caserón más vacío.

Fragmento
Francisco González León
[1862-1945]

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