¿Te has preguntado por qué cada individuo a pesar de que se parezca a otro, no es del todo igual y posee características que lo hacen único? Los animales, las plantas, así como todos y cada uno de nosotros somos diferentes. Esto es una expresión de lo que se llama diversidad genética, y que también puedes apreciar en los diversos colores y formas de los insectos, en los colores de la piel y los ojos humanos, así como en las tonalidades del pelo de los animales e, incluso, en los sutiles cambios en los cantos de los canarios y otras aves.
La diversidad genética es resultado de la variación en el contenido de la información genética que cada organismo tiene en el ADN (Acido Desoxirri-bonucleico) de sus células. El ADN es como una base de datos en donde se almacenan todas las características de un organismo –como su color de pelaje y ojos-; todo ello en la forma de pequeños paquetes conocidos como genes. Las diferencias en el contenido y la cantidad de paquetes es lo que, a fin de cuentas, distingue a cada una de las especies. Estos genes los heredan de sus padres, que, a su vez, lo heredaron de sus abuelos, de tal manera que la diversidad genética es el resultado de la acumulación de mezclas de genes ocurridas a través del paso de muchas generaciones.
El hombre ha utilizado la diversidad genética para su beneficio, principalmente para la obtención de variedades animales o plantas con características particulares que resultan de utilidad. Por ejemplo, la gran variedad de tipos de maíz, chile, calabaza, jitomate o papa que puedes encontrar en el mercado son resultado de la cruza selectiva que los agricultores han realizado durante muchos ciclos de siembra, con lo cual han buscado mejorar su sabor, color, e incluso, sus propiedades nutrimentales.
Fuente: Semarnat. ¿Y el medio ambiente? Problemas en México y el mundo. Semarnat. México. 2008
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