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Educación ambientalista

Hace unos días platiqué con un voceador de quien adquiero algunas de las publicaciones que acostumbro. Suelo charlar con él. El voceador ignoraba cuál es mi ocupación. “Soy periodista”, le dije. Colaboro en el semanario Mi Ambiente. Ah… respondió: “Un periódico para escuelas”. Sí. Nuestras ediciones alcanzan mayor demanda en puestos cercanos a planteles escolares. De enseñanza primaria, media,  media superior y aún superior. Maestros hay que imbuyen en sus alumnos una conciencia ambientalista y les encargan tareas para las cuales usan nuestros artículos y sus fuentes. Cuando las ediciones se agotan, los interesados acuden a nuestro portal de internet www.miambiente.com.mx en el que además encuentran enlaces (links) que les son de la mayor utilidad. Nuestro estimado amigo y colega Juan José Prado, acertadamente designado funcionario en la Coordinación de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, decía recientemente: “confirmé la importancia de Mi Ambiente al darme cuenta de que a una de mis hijas le encargaban trabajos escolares con información que publica”. Testigo de la charla con Juan José fue el maestro Enrique Esquivel, economista, calificado experto en trabajo legislativo y profesor de la Facultad de Contaduría de la UNAM. Mi Ambiente acumula ya 20 años de circulación ininterrumpida, tiempo en que ha alcanzado reconocimiento por su labor de parte de la ONU, de la UNAM y de otras instituciones nacionales e internacionales, y en el que algunos de sus colaboradores, entre ellos Juan Carlos Machorro Morales, han merecido diversos premios al mérito periodístico.

Se trata de una publicación que no sólo ha influido en la formación ecológica estudiantil, sino en la de sectores más amplios de una población cada vez más interesada en temas como el agua, el manejo de la basura, la contaminación del aire, la preservación de los recursos naturales, la convivencia con el medio, el respeto a los ecosistemas, el calentamiento global, las fuentes de la energía, el futuro de nuestros hijos con relación al medio, la educación ambiental, y todo cuanto se refiere a la casa que habitamos, la que es de todos y es única: la Tierra. La cuestión ambiental cobra mayor importancia en el transcurso de días que asisten a fenómenos como sequías prolongadas, agotamiento de la vida en los mares; contaminación de ríos, esteros, lagos y lagunas, de mantos freáticos; calentamiento de la tierra con consecuencias ominosas a la vista, como deshielo de los polos y de glaciares; aumento de la temperatura en los océanos; destrucción de la capa de ozono, aumento de la polución en las grandes ciudades.
Ante semejante realidad es oportuno recordar palabras que un día aquí escribimos: “en materia ambiental nos salvamos todos o no se salva nadie”. Cuando estamos por arribar a un nuevo sexenio presidencial con Enrique Peña Nieto al frente, cuando el presidente electo ha incluido a la reforma educativa en sus propuestas, no podemos menos que aspirar a  que ésta incluya en sus contenidos la formación ambientalista. La realidad nacional lo exige y compromisos internacionales también. Esperamos que esa reforma educativa se asuma como una cuestión de Estado, que si como tales debieran ser considerados los temas prioritarios de los mexicanos, aquella es sin duda la primera de todas.

Acerca de Hector Villar Barranca

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