Es una verdad parcial lo habido en el cuento recuperado por Jakob y Wilhelm Grimm -en su original, titulado: “Der Rattenfänger von Hameln”-
Si en la narrativa de los hermanos es una reina la propiciadora del descontento en el flautista, según lo asentado en versiones anteriores, son las autoridades de la localidad quienes negaran el pago por el servicio contratado.
Una de las múltiples crónicas establece que un alto personaje de la administración de algún pueblo desaparecido en la geografía y el tiempo, agobiado por el reclamo de sus conciudadanos respecto a la destrucción de las riquezas por los ratones, convocó a los habitantes para encontrar solución al problema. De entre los convocados surgió la voz de un flautista quien afirmaba que al influjo de su instrumento los roedores desaparecerían del país. Así, puestos de acuerdo en el cuándo y cuánto, inmediatamente recorrió las calles, callejones, negocios y casas de donde seguido por los animales que a su paso formaban desde los palacios, graneros y puestos de guardia una larga fila en caravana, así, el flautista encantador los llevó a las orillas del mar (o laguna) en donde desaparecieron para siempre.
Lo que no aparece en la historia es que el flautista, ensoberbecido con su triunfo, modificó el sonido de su instrumento con lo cual, después de ratas y ratones destruyó la vida de tuzas, hurones, cuyos, desmanes, musarañas, visones, topos, chinchillas, cobayas, ardillas, liebres, conejos, lirones, castores, pikas, lirones … y a punto estaba para continuar con cánidos y felinos, cuando un ratón anciano llegado de lejano pueblo acordó con las autoridades un nuevo pacto de convivencia para restablecer el espíritu natural quebrantado.
1º. A los roedores se les permitirá recolectar con plena tranquilidad todos los alimentos desechados por los humanos.
2º. Desaparecerán todas las trampas y los roedores firman el compromiso de no invadir ni destruir los espacios de los humanos, salvo para retirar los residuos alimenticios abandonados por los pobladores.
3º. Ambos grupos se avienen a respetar los artículos anteriores.
Firmado lo anterior, el ratón trabajosamente salió al campo y con el sonido dulce de su flauta diminuta atrajo al flautista enloquecido hacia las orillas del mar (o laguna) en donde desapareció.
Que la primera sea una versión resumida o la segunda corresponda a una manifestación simbólica en un momento de turbulencia social, que si “los niños” encerrados en una cueva eran en realidad los bisoños componentes de las fuerzas militares y si los nombres de animales citados velan a los grupos sociales vencidos, queda a juicio del lector. Lo afortunado de la narración es el reencuentro con el equilibrio natural.
¿Qué tanto recuerdan del cuento del flautista? http://bit.ly/hLWpqv