Si mis pinturas quedarán entre cenizas
y en guijarros mis figuras;
si mi casa será terreno vano, sin nombre
ni calificativos, sudario sin esencia
de misérrima tonalidad sin el rumor de la hojarasca;
si a mis colores los disipará el agua y el sol,
si mis flores y mis cantos yacerán en el olvido,
préstame tus alas para ver
y tus ojos para crear;
algo mínimo girará en el viento, penetrará la tierra,
flotará en las aguas y danzará en el fuego renovado.
No era para siempre el horizonte ni el sabor de la tuna,
los perfumes no permanecerían eternamente en las flores
ni el calor de su piel inmortalmente en mis manos;
efímeras son las canciones del tzentzontle (y)
el plumaje verde/azul es pudrición al término del ciclo.
Nada era mío y a nadie debo,
todo a mí llegó en préstamo;
regresen al viento, al agua, al fuego, a la tierra.
Me prestaste tus alas para ver
y tus ojos para crear;
las obras de las criaturas siempre,
siempre serán olvido y destrucción.
(La parte final del amatl muestra señales de quemazón y, al parecer, algo más había en él.)
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