El capital privado nacional y extranjero anheló por décadas una reforma energética como la aprobada recientemente en el país, porque el consumo presente y futuro de petróleo significa grandes ganancias y este tipo de empresas serán las únicas ganadoras con esta privatización.
Ello fue considerado por Guadalupe Huerta Moreno, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) al señalar que la historia de las privatizaciones, en México abarca de 1982 a la fecha, tienen en términos de crecimiento económico y bienestar social un saldo estrictamente negativo, lo cual hacía impensable la privatización total en el único reducto de soberanía nacional que quedaba: la industria energética.
Sin embargo, la experta observa en sus conclusiones: el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder, con una mayoría aplastante en el Congreso de la Unión, sumado al viejo deseo de la oligarquía económica nacional y del capital privado extranjero por hacerse de una vez por todas de una industria altamente rentable como es la petrolera, crearon las condiciones para iniciar lo que será la privatización (en su forma de endoprivatización) más importante en la historia del país.
Pero las consecuencias de esta reforma energética, pronosticó, serán diversas: contribuirá a la depredación de los recursos petroleros; profundizará la dependencia respecto del capital extranjero, e inhibirá aún más el desarrollo de la tecnología petrolera.
En comunicado de prensa se detalló que habrá también una merma importante en los recursos públicos, porque una vez que empiecen a operar las compañías privadas, el desdoblamiento de la renta petrolera que permitirá a la iniciativa privada hacerse de una parte de la misma, hará que los ingresos petroleros en las finanzas públicas sea diferente al que históricamente ha tenido hasta hoy.
En este último punto habrá que recordar que ante la carencia de una política fiscal progresiva, la renta energética brindó desde los años cuarenta del siglo pasado grados de libertad financiera que sustentaron el gasto público y permitieron el fortalecimiento de diversos programas públicos.
Por si fuera poco, agregó la especialista, la privatización de la industria petrolera tendrá efectos inhibidores en las cadenas productivas de la industria nacional.
En contraste, lo que sí hará es dejar en condición de mayor vulnerabilidad al país frente a cualquier choque externo con las grandes compañías extranjeras que puedan sentir vulnerados sus intereses económicos, ya que no dudarán en solicitar apoyo de sus gobiernos o de instancias jurídicas internacionales para defender sus inversiones, lo que llevaría al país a enfrentar millonarios litigios.
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