Martín. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.
Durante la década de los sesenta del siglo pasado, la XEW (inaugurada el 18 de septiembre de 1930, “La voz de la América Latina”) transmitió una larga radionovela, recreación en la que el personaje puntal quedara en la voz de José Antonio Cosío, enriquecida con un amplio cuadro de actores.
En ella, el guionista hermanaba la vida y la leyenda piadosa del niño mulato nacido el 9 de diciembre de 1579 en Lima, capital del Perú, hijo de don Juan de Porres –caballero de la orden de Alcántara, muerto en España en 1629— y de Ana Velázquez –negra panameña, fallecida alrededor del 1618–, de quienes de ahí a dos años naciera una niña con rasgos predominantemente de blanca a quien impusieron el nombre de Juana.
En su casi infancia, Martín entra como ayudante en la tienda de especies y hierbas medicinales, propiedad de Mateo Pastor y Francisca Vélez, en donde aprendió el remedio para las enfermedades más comunes locales y en donde conociera a Marcelo Ribera, cuya actividad correspondía a la de médico-practicante-cirujano, establecimiento en el que el joven aprendió a cortar el cabello, afeitar, practicar sangrías, curar heridas y fracturas, a la vez de recetar y preparar los mejunjes, remedios para las enfermedades más corrientes en su espacio y su tiempo.
Ingresado al convento de Nuestra Señora del Rosario en la provincia dominica de San Juan Bautista (en Perú), se le confirma el encargo de la limpieza de todas las instalaciones conventuales: barrer , sin que dejara de lado lo aprehendido en casa de Marcelo Ribera, todos los conocimientos aplicados en beneficio de los habitantes del recinto al cual acudieran indigentes, enfermos, niños, soldados envejecidos o inutilizados, aldeanos, negros y mulatos que buscaban ayuda y caridad, ministerio asumido por el novicio para suplir su frustrada vocación para viajar a lejanas tierras con carácter de misionero.
(Fray Martín de Porres estuvo cercano a venir al reino de Nueva España por invitación del Obispo de La Paz, prelado de quien fuera cercano y al que curara de un catarro pulmonar que lo tuviera cercano a la muerte, durante su paso por el Perú camino a su Arzobispado en México).
—oo—
Martín de Porres murió el 3 de noviembre de 1639 a las 8:30 horas, según asienta Jesús Sánchez Díaz en la piadosa biografía sobre el dominico peruano.
El 27 de febrero de 1763, el Papa Clemente XIII le proclama “Siervo de Dios”; el 29 de octubre de 1837, Gregorio XVI lo denomina Beato y será el 6 de mayo de 1962 cuando el Pontífice Juan
–vigesimotercero de ese nombre—quien le reserve el 3 de noviembre para exaltar al nuevo Santo, de quien sus biógrafos coinciden en que a más del don de la profecía, de la bilocación y de la glosolalia tenía la capacidad de comunicarse con los animales; en especial con los perros, los gatos y los ratones.
Al final, hasta la santidad de los individuos requiere de la instrucción para su hacer durante “la vida del siglo”.
Comentarios Cerrados