«Un artesano que no tiene nada que decir, pero sabe cómo decirlo» – Fellini
Tengan la edad que tengan han escuchado algo sobre La Dolce Vita, quizá no sepan que es, quien es, como se come o nada; pero mínimo hay algo grabado en su memoria. Pues bien, La Dolce Vita es una película de Federico Fellini de 1960 que marcó la historia del cineasta y en general de la historia del cine. Se lleva a cabo en Roma, de donde es Fellini (por si el apellido no les decía mucho); una película llena de símbolos y trasfondos contados a través de pequeñas historias. La trama de la película se centra en las experiencias de un reportero de poca monta que sueña con ser novelista y que pasa mucho de su tiempo metido en problemas románticos.
De hecho, una de las más famosas escenas es precisamente cuando va siguiendo a la actriz americana de nombre Silvia por su recorrido nocturno de Roma; recorrido que termina con el baño dentro de la Fontana de Trevi. Sé que hasta ahorita no les he contado mucho, pero una de las características de Fellini era contar cosas mediante imágenes, transmitir ideas, sensaciones, dejar pensando a sus espectadores mediante un cúmulo de ideas, de diálogos que quizá en sí mismos no tienen gran importancia. Técnica que perfeccionó durante cuatro décadas, ya que su primer película fue “Jeque Blanco” en 1952 y su última creación “La voz de la Luna” en 1990, pocos años antes de su muerte. Si les provocó algo de curiosidad la obra de Fellini y el porqué la Dolce Vita es hasta nuestros días una de las grandes obras del cine, les recomiendo aprovechar un fin de semana frente al televisor y dejarse llevar por un recorrido muy diferente de Roma.
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