El título no es del todo exacto, debería ser Mowgli el niño de las tierras vírgenes, pero, aceptémoslo, no les hubiera interesado tanto. Pero digo que debería ser así, por que al Libro de la Selva también se le conoce como el Libro de Las Tierras Vírgenes.
La primera vez que este libro vio la luz del sol fue en 1894, cuando fue publicado como una colección de pequeñas historias por el inglés Rudyard Kipling; quien también se convirtió en el primer escritor británico en ganar el premio Nobel de Literatura, unos años después (1907).
La historia es muy similar a la que cuenta Disney (por raro que esto sea): Mowgli es rescatado de la muerte por una familia de lobos, después de que sus padres son perseguidos por el tigre malo Shere Khan (que en indio significa Señor Tigre y que aparece en varias historias del autor), por lo que Mowgli aprende a vivir entre animales.
A través de las aventuras que Mowgli: aprende a ser aceptado y aceptar a los animales a cuidarse y cuidar de la gente que quiere, a vivir bajo las leyes instruidas por Baloo (el Oso que conoce y hace cumplir las leyes), aprende a amar, a convivir, a respetar y otras pequeñas grandes enseñanzas o moralejas, que todo buen libro infantil debe de hacer.
Esta historia del niño siendo cuidado por lobos me recordó una leyenda un tanto similar, la historia de Rómulo y Remo, quienes son los fundadores de Roma, con Rómulo como su primer rey. En esta leyenda, los hermanos gemelos son alimentados e inicialmente criados por una loba, cuando su madre se ve obligada a aventarlos al río Tiber, ya que Amulio, Rey de la nueva fundación de la tierra de Troya (Alba Longa) manda matar a todos los niños varones, para que no vayan a atentar contra su reinado.
¿Les suena a otra historia? Quizá podríamos brincarnos ahora a los cuentos bíblicos: ¿a poco no les sonó a Moisés y como lo echan al Rio Nilo?, o bien a la matanza de niños comandada por el Rey Herodes I… pero estas historias serán en otra ocasión.
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