Lerdo el sacrificado «investigador» televisivo, al extraer de los confines galácticos el orden y origen de las culturas diferenciadas, desprecia los aportes humanos en el lento proceso del estudio y la coherencia. Emborrona la ambivalente valorización que yace en el indivíduo para establecer la imagen del padre creador y la valía del «inconsciente colectivo»; niega el acierto particular basado en el acierto y el error durante la dolorosa estancia en la soledad diferenciada, cuando el «yo social» extraído a la complejidad física y cósmica sublima sobre la tierra su paso fugaz, su ya no estar.
Ayudémosle con estos parrafitos tomados de «Convergencia del arte prehispánico en Mesoamérica con el de otros pueblos» en «1492 dos mundos: paralelismos y convergencias», de Beatriz de la Fuente, UNAM, 1991.
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Las conjeturas fantásticas «… mantienen aún el concepto eurocentrista y niegan la posibilidad de inventiva y creación a los indígenas americanos; … incapaces de construir civilizaciones como las encontraron los españoles, de alto nivel, con conocimientos matemáticos, calendáricos, astronómicos; organizaciones avanzadas en aspectos religiosos, políticos, económicos y sociales, e instituciones que mostraban su complejo desarrollo urbano, la arquitectura, la poesía y las artes plásticas … no superan el peso de la tradición judeocristiana, tradición que obligó a buscar el origen de los nativos americanos en el tronco israelita; no podían aceptar la idea de la existencia de seres humanos que no procedieran del tronco que había poblado al mundo».
«…las hipótesis difusionistas se consolidaron como una manera de contrarrestar las conjeturas fantásticas. Antropólogos y profesionales de distintos campos del conocimiento, se dieron a la tarea de buscar orígenes y antecedentes de nuestros antepasados, en culturas de diversos continentes. Sin embargo, y a pesar de las pretensiones ‘científicas’, en el fondo se percibe el mismo criterio de negación de las capacidades de los indígenas americanos».
«… las conjeturas difusionistas sólo aluden a detalles que se pierden, por su insignificancia, entre los rasgos de gran magnitud que definen y otorgan identidad a las altas culturas Mesoamericanas…»
«… los seres humanos compartimos no sólo las mismas estructuras orgánicas y cerebrales, sino también las mismas experiencias, de vida y de muerte, de cielo y de tierra, de agua y de fuego; formulamos soluciones a nuestras necesidades cotidianas, admitimos nuestra vulnerabilidad y comprendemos las fuerzas protectoras y amenazantes de la naturaleza».
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«Según Levi-Strauss, los hombres son intelectualmente iguales desde el Pleistoceno, cuando principia la vida social, el lenguaje y la lectura; así, el intelecto humano opera desde sus origenes con el mismo patrón fundamental, aunque con resultados diferentes. La condición esencial de la sociedad es la comunicación, la cual se hace por medio del lenguaje, del arte, de los ritos, los mitos y la religión. Las ideas consolidadas en la cultura explican las convergencias en el arte».
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Señor «investigador»: dejémonos de marcianadas y seamos un tanto respetuosos con los pocos humanos que piensan, crean dificultosamente y heredan su saber.
Cajete prehispánico. Lápices de colores sobre albanene. 8.0 x 10.0 centímetros.
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