-I-
Más allá de la oscura arena en la laguna / Un nombre acallado
-agitados los peces verdinegros-, / ocultan aquellos ojos negros,
el viento cantaba a los carrizos y lirios / y el ánimo entre sus manos suaves
para crear un murmullo con las ondas relucientes. / que ocultan un óvalo moreno
Barca sin remos para navegar, / -rostro en plena infancia-,
sin guitarra, sin violín, sin voz, / sonrisa tenue en la alegría del ave,
transformado el susurro en balbuceo casi suspiro / pasado hecho carne
dejado entre la almohada, emborronado en algún sueño. / de obsidiana y barro.
Era en que una sonrisa sabía a naranja / Rojo amanecer en los labios,
y el brillo de unos ojos trastornaban la vida, / transmutación del llanto en rocío
las formas en el adobe rezaban un nombre… / en libertario vaivén de colibrí…
cuando todo en el aire -aroma a leña y lluvia- decían: ¡mañana!
II.- “Lo primero que intento ver en una escultura es la forma geométrica del bloque original que aturdió al artista antes de la talla”.
Lycaón de Kurión.
III.- Está presente, queda para un siempre personal en la neblinosa, en la consciencia decadente.
El sonido de su voz en sordina, el destello de sus ojos irrepetible en otra cara, el aroma, la tersura de su piel y la guedeja -oscura obsidiana- ritual de la cual pendían los anhelos hoy sembrados en nuevos cuerpos.
Mañana -senescente el fulgor- entre el polvo de la nueva desolación nada quedará de lo que alguna vez moviera, agitara, enturbiara la razón enfrentado el sol bajo la lluvia, antes de compartir la luz de la luna.
IV.- ¿Cuántas tormentas vivimos para decir “este es nuestro día”? ¿Qué cantidad de privaciones para exclamar ¡ya basta!? Voces airadas, silencios ominosos; la vida compartida y el arrepentimiento en el brillo de las pupilas.
-V-
Una traza blanco-azul transforma el ropón
nocturno, sígnalo un nombre impuesto;
un temor -casi maldición-,
quiebra con su arpón la cúpula oscura
para negarle valor al ordenado desfile de chaquira.
Comentarios Cerrados