Acrílica sobre corrugado. 26 x 27 centímetros.
El prejuicio vulgar considera ruidosas a las grandes orquestas; si están bien formadas, han ensayado bien y se someten a una dirección eficaz, y si ejecutan música auténtica, el término adecuado es poderosa. No hay dos expresiones cuyo significado sea tan opuesto como las de éstas».
Louis-Héctor Berlioz a Emile Deschamps (citado por Hugh Macdonald en Berlioz, Javier Vergara, editor, 1989).
En 1780 a la Münchener Hoftheater la constituían de 30 a 35 músicos, dotación misérrima compara con la agrupación formada por Héctor Berlioz en 1840: 119 instrumentistas.
La orquesta sinfónica no es una estructura rígida en el tiempo, aumenta y reduce el número de sus ejecutantes por épocas, bajo las condiciones del espacio y finalidad, respecto a qué interpretarán y al vigor exigido, variada la ubicación por bloques de atrilistas en la historia musical.
Estas corporaciones, idealmente, están regida bajo un principio de equilibrio entre cuerdas y vientos, según las condiciones acústicas y espaciales donde interpretarán el repertorio elegido y de acuerdo a las capacidades de los instrumentistas: por lo general no es la misma dotación para interpretar las obras de Franz Joseph Haydn, de Ludwig van Beethoven… o las de Gustav Mahler; cambia según los requerimientos de la obra: Beethoven añadió el bombo, los platillos y el triángulo para su novena sinfonía; Johannes Brahms introdujo la tuba en la segunda sinfonía y la necesidad obligó a Richard Wagner a solicitar la fabricación de un instrumento entre tuba y trompa para lograr el sonido específico aportado por el instrumento denominado «tuba wagneriana».
Una orquesta sinfónica o filarmónica (nombre que en la actualidad no entraña diferencia alguna) está constituída generalmente por: violines primeros y segundos, violas, violoncellos primeros y segundos y contrabajos en el bloque de las cuerdas; fagot, saxofón, clarinete, oboe, flauta de pico (también denominada dulce o inglesa) y travesera o alemana, trombón, trompas, tuba, corno francés y corno inglés para los vientos metales y maderas; tambor, bombo, timbales, platillos, vibráfono, xilófono, triángulo, cellesta, arpas y cajas para efectos e instrumentos diferenciados y aportados por la geografía cultural.
Orquesta es -en su origen- el nombre que distingue al espacio habido entre el escenario y las localidades para el público, área que en las representaciones operísticas ocupa la dotación de instrumentistas en nuestros días.
Inicialmente, la orquesta era sólo un conjunto de instrumentos de cuerda hasta que, los creadores de las óperas italianas del siglo XVII le añadieran flautas, oboes, trompetas y trombones. Con Claudio Monteverdi -en Órfeo- la constituían dos clavicordios, dos órganos, diecinueve instrumentos de cuerda y algunos de viento. En tal momento de la historia musical, la variedad en instrumentos correspondía más a satisfacer la necesidad de adornar las obras que al énfasis en cada uno de los aires, lo mismo en Jean Baptiste Lully, en Alessandro Scarlatti o con Henry Purcell, hasta Johann Sebastian Bach y George Frederick Händel, con aceptación creciente a partir de Haydn y Mozart.
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Aún cuando surgen intentos para no depender de un director, éste tiene la enorme responsabilidad de conocer las capacidades técnicas individuales y del conjunto, desentrañar el discurso del autor asentado en la partitura y equilibrar la narrativa original a las condiciones en las que será desarrollada la obra.*
Y en las jerarquías del día a día…
*»La auténtica capacidad de un verdadero creador se refleja en su talento para descubrir aquello que realmente se halla en la partitura y no en su obstinación por percibir lo que, según su deseo, subyace en ella». Extraen de las Memorias de Igor Stravinski los autores de «El mundo de la Sinfonía». Editorial Labor, 1973.
Louis-Héctor Berlioz
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