Desiderio Erasmus Rotterodamus y Marthin Luther: la Iglesia reinante y la Iglesia ideal.
Erasmus: tocado por la muerte a los treinta años de edad en París por una fiebre que le alejó de los intereses humanos y le llevó a una conversión hacia Dios. Luther –el nuevo Saulo— en 1505, a los treinta y dos años encontró su “camino a Damasco” en el sendero a Erfurt: un rayo que cayó cerca de él cambió su perspectiva de vida.
Erasmo era un humanista cercano a las manifestaciones artísticas y al esplendor del pasado.
Luther: poseía un carácter y hacer práctico. Era insensible a la grandiosidad del pasado
Erasmo: propugnaba la salud de la Iglesia y la Religión desde adentro.
Luther: pregonaba la salud de la religión con la visión puesta en los fundamentos que le dieran la energía original; manifestación de la espiritualidad que para fructificar exigió la sistematización.
Erasmo: el hombre como tal tiene la capacidad del deseo de obrar el bien que es una conquista humana, continua e histórica.
Luther: el ser humano está sujeto a practicar la obediencia a la voluntad divina.
Erasmo: rehusaba aceptar la doctrina de la predestinación, tachaba de curiosidad sacrílega la pretensión de penetrar tal misterio, con ello, postulaba el prescindir de dogmas que obstaculizaran el camino a las intuiciones éticas; que el hombre tuviera confianza en la divinidad, en la misericordia y en la providencia, pero que en tanto actuara con la práctica de la virtud.
Luther: ninguno de los descendientes de Adán –sujeto al pecado en su origen– tiene la fuerza para recorrer el camino de la virtud. Sólo la fe salva y el agrado que Dios acordaba a quien había predestinado.
Erasmo: asentaba que el estudio y entendimiento de la teología era un proceso lento, metódico, positivo, sin un juicio prematuro ni arrebatado sobre los designios de Dios.
Luther: Deseaba su admisión por vocero de Dios. Postulaba que los designios de Dios son insondables.
Erasmo: Entonces ¿cómo intentar descifrarlos? Lo importante era obrar bien: aquí y ahora. Deseaba introducir en el mundo de la iglesia la exigencia de seriedad con métodos de estudio más sólidos y sobre todo con costumbres que correspondieran a su doctrina. Reformar la iglesia al elevar las normas intelectuales del mundo cristiano.
Luther: Todo fundamento está en las escrituras.
En el fondo del conflicto aún vigente, está la concepción de dos visiones en pugna: la supremacía del individuo instruido por sobre el factor colectivo y sus apetencias; la supremacía del interés del grupo por sobre la individualidad.
Erasmo y Luther, así como los reformistas Ulrico Zwinglio, Jean Calvin, John Knox… emergen de las corrientes humanistas derivadas del Renacimiento en el espacio de la nueva tecnología: el arte de la imprenta aunada a la disponibilidad del papel barato. Surgen al influjo y encuentro directo con el griego en un terreno abonado con el poder económico y la riqueza de la burguesía alemana preponderantemente comercial en el atomizado poderío de los señores a cubierto con la imagen/símbolo del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (a conveniencia fieles o contrarios al Emperador). En tanto aumentaba lentamente el conocimiento en el aspecto espiritual, la materialidad, el desconcierto acrecentaba enormemente en un pueblo estrujado entre los remanentes del poder feudal, el clero y el bandidaje.
¿El resultado inmediato?: las hogueras con los “equivocados” (católicos, reformistas y “expectantes”) brotaron por todos lados.
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