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Registran cueva con arte rupestre de etnia extinta: INAH

De acuerdo a un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), en las estribaciones de la Sierra de la Campana, en el estado de Chihuahua en la frontera con los Estados Unidos, especialistas del INAH realizan el registro sistemático de cinco conjuntos de pinturas rupestres que fueron plasmadas por los indios conchos, etnia que se extinguió hacia el siglo XIX.

Se trata de una serie de manifestaciones gráfico-rupestres, cuya antigüedad podría alcanzar los 700 años, que se descubrió a mediados del año pasado en el interior de la Cueva del Oso, a poco más de 69 kilómetros de la ciudad de Chihuahua. Las figuras plasmadas aluden a rituales vinculados con la caza y el agua.

De acuerdo con el arqueólogo responsable del registro, Arturo Guevara Sánchez, en la oquedad hay diseños de ejecución sencilla que no se habían observado antes en la región, tal es el caso de la representación del baño ritual de un chamán; “lo que significa un aporte importante a los estudios iconográficos de los antiguos habitantes del norte del país”.

Por sus trazos sencillos, dijo el especialista del Centro INAH-Chihuahua, estas pinturas rupestres podría llegar a tener más de 700 años de antigüedad, de manera que correspondería a las etapas más tempranas de los conchos (1300 d. C.), cuando aún eran comunidades de cazadores-recolectores.

«Este registro es el primer paso para seguir explorando no sólo esta cueva, sino todas aquellas que se encuentran en el Cerro de la Campana, con lo cual se incrementará el conocimiento de una de las etnias más numerosas e influyentes que habitó en el norte de México, la de los conchos, que llegó a tener una población cercana a los 50 mil individuos», destacó el investigador.

Esta etnia, dijo, ocupó parte de lo que hoy es el municipio de Chihuahua, entre los años 1300 y 1800 d. C., se les conoce con ese nombre debido a que donde habitaron se encontraba el Río de las Conchas —ahora conocido como río Conchos—, en cuyas riberas había gran cantidad de valvas de agua dulce. Durante los primeros 300 años (1300-1600 d.C.) fueron comunidades nómadas y tras la llegada de los españoles al septentrión (en el siglo XVII) pasaron a ser grupos sedentarios, 200 años más tarde se extinguieron.

“A mediados del año pasado, explicó, trabajadores de un rancho ganadero reportaron al Centro INAH-Chihuahua, la existencia de dichas pinturas en dicha propiedad.En las faldas de la Sierra de la Campana se halla la cueva rodeada de un bello escenario que debió ser motivo de atracción para estos antiguos grupos que visitaban el sitio, ya que de su lado derecho hay una pequeña cascada que suministraba agua la mayor parte del año», explicó Guevara Sánchez.

La cueva —de entre 8 y 9 metros de profundidad—, abundó, tiene humedad debido a la cercanía con la caída del agua, su piso está un poco inclinado hacia la entrada y está cubierto por un sedimento color gris, producto de ceniza de madera.

En el fondo hay cinco conjuntos de pinturas rupestres, conformados a su vez por varios elementos, entre los que sobresalen figuras humanas (la mayoría del sexo masculino) y geométricas, además de representaciones de animales como oso, jabalí, aves y serpientes; la mayoría de las figuras están plasmadas a 1.60 m respecto al suelo de la cueva.

Las pinturas rupestres —que van de los 30 cm hasta un metro de longitud— fueron realizadas con pinceles sencillos e incluso con los dedos; presentan un color blanco amarillento procedente de algún pigmento natural, al cual debieron agregarle algún adhesivo orgánico, lo que permitió que perduraran en un sitio húmedo, comentó el arqueólogo Arturo Guevara.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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