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Salvar Desierto de los Leones, prioridad para la Cd. de México

En buena medida, la viabilidad de la ciudad de México depende directamente de los bienes y servicios medioambientales que presta el bosque que se encuentra en los terrenos comunales de San Mateo Tlaltenango, delegación Cuajimalpa, por lo tanto, los comuneros esperan que las autoridades locales y federales los apoyen con recursos económicos, en especie y capacitación para que puedan recuperar las partes degradas y conservar perennemente esta superficie arbórea.

El cuidado del ecosistema forestal comunal de 1,954 hectáreas, en el cual se encuentra integrado el Parque Nacional Recreativo Deserto de los Leones, favorece la retención de la humedad, recarga del acuífero, prevención de la erosión, coadyuva a mejorar la calidad del aire, al sostenimiento y mejoramiento de poblaciones y comunidades biológicas de flora y fauna silvestre y brinda oportunidades recreativas y de esparcimiento.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc), dicha superficie boscosa es de suma importancia para el Distrito Federal, toda vez que representa un poquito menos del 12.5 por ciento de la superficie arbolada bajo algún esquema de conservación con que cuenta la ciudad.

Asimismo, señala que el 26 por ciento del Desierto de los Leones se encuentra degrado por incendios forestales, por falta de ordenamiento y vigilancia, lo que aprovechan los paseantes para hacer de las suyas, lo que perturba flora y fauna.

Estos terrenos comunales han servido a lo que ahora es la capital mexicana, desde 1876, cuando se le dio un estatus similar a Área Natural Protegida, porque de aquí se tomaba el agua de 14 manantiales para abastecer del vital líquido a la entonces población de la capital de la Nueva España.

Como ya lo dijimos en ediciones anteriores, éste se convirtió en el primer parque nacional, por decreto del Presidente Venustiano Carranza, lo que le valió que le endilgaran el adjetivo calificativo de primer presidente ecologista.

EJES MEDIOAMBIENTALES
Dada la importancia de este bosque para todos aquellos que vivimos en la ciudad de México, dentro de los planes de trabajo en las 1,954 hectáreas se encuentra el saneamiento que consiste en combatir la plaga de gusano barrenador y descortezador, retiro de árboles secos y combate de incendios forestales, dijo Víctor Cortés Carrillo, uno de los líderes de los comuneros locales.

El trabajo para recuperar suelo en ríos y barrancas a través de presas de gavión, mismas que consisten en represas con mallas y piedras que permite el paso del agua pluvial, pero no de sólidos.

También se hacen tinas ciegas, dice Cortés Carrillo, con la finalidad procurar la filtración de agua, lo cual requiere urgentemente la ciudad para dotar de agua a la población. Estas tinas consisten en hoyos de un metro de longitud por 40 centímetros de ancho por 40 centímetros de profundidad, en laderas.

Asimismo, se requiere reforestar las zonas siniestradas, pero hacerlo con plantas propias de aquí y recuperar la capa forestal para generar más oxígeno que mejores las condiciones del aire que respiramos los capitalinos y para generar más agua. Porque no deben olvidarse que los árboles son las grandes fábricas de agua, asevera el entrevistado.

Otra de las labores primordiales es la protección de los 80 manantiales que existen en este bosque. Esto consiste cortar la hierba y retirar la basura que arrojan los paseantes. Con ello, se evita que se contamine y fluya libremente.

Los comuneros también se organizan para limpiar el bosque de toda la basura contaminante que dejan los más de 300 mil paseantes por año que tiene esta hermosa zona rica en biodiversidad, dado que forma parte de la unidad geomorfológica Sierra de Las Cruces, dentro del sistema montañoso Eje Neovolcánico Transversal.

También realizan actividades de vigilancia para evitar el vandalismo, evitar accidentes y orientar a quienes asisten a hacer deportes propios de la zona.

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