Cada que va avanzando el grado de estudios en materia de ciencia y medio ambiente, se pierde de poco a poco la participación de las mujeres, ello en todas las naciones del mundo. Lo que repercute en pérdida de talento y de nuevas líneas de investigación de temas esenciales para la viabilidad de la humanidad.
De acuerdo al estudio de la UNESCO “El papel de la mujer en la ciencia”, a nivel global en las matriculas de universidad se vive en términos generales una paridad de presencia de hombre y mujeres de un 50 y 50%; que al graduarse y pasar a los posgrados, las féminas bajan su participación al 38%; en el sistema doctorado se sigue a la baja con un 25% de presencia; en nivel investigadora sube al 29%, pero en posiciones de liderazgo de estos sectores se tiene una mujer como encargada en un 11% en los proyectos de ciencia y medio ambiente. Lo cual, redunda que en los premios Nobel en materia de ciencia, sólo 3% de dichos galardones han sido para mujeres.
Al respecto, Alicia Pérez Porro, bióloga investigadora asociada del Museo de Historia Natural del Smithsonian en Washington, DC, declaró a este reportero que conforme pasan los años de estudio para las mujeres se presenta una realidad que en Estados Unidos llaman “la tubería que gotea”, que hace referencia a que muy pocas féminas siguen adelante en sus estudios al paso de los años.
Formuló que existen muchas razones de que las mujeres dejan sus estudios de doctorado y ser investigadoras a futuro. Indicó va desde la formación de una familia y ser madres, que les hace quedarse atoradas en el cuello de botella, pues no publican papers de uno a dos años, que al final repercuten para poder ser catalogadas como investigadoras.
La bióloga de origen español calificó esta realidad como “la penalidad del bebé”, que es una gran lucha que las investigadoras están luchando para que la maternidad no les frene en su profesión y que las instituciones tienen que entender estos procesos de la vida de las mujeres.
Ejemplificó su caso que es ser bióloga marina, y que al estar en los barcos, siempre le miraban con rareza, ya que son trabajos que mayormente son realizados por hombres. Siendo, desde ahí una lucha constante.
Añadió que “en ciencia se pierde el 50% del talento, de las ideas, del cerebro, al no estar presentes las mujeres; ya que, son el 50% de la humanidad que no es escuchada y con una realidad de Cambio Climático no se puede permitir esta situación”.
Mencionó que no es cosa de ser feministas extremas, sino el que las mujeres no estén en la ciencia ambiental se pierde su propia visión del mundo, de apreciar de manera diferente el cuidado ambiental, de expandir las ideas de conservación de la vida; ya que, de principio son quienes conciben la misma.
En Estados Unidos como otras poblaciones anglosajones, explicó son naciones en donde es complicado ser mujer trabajadora en estos temas. En el caso de la ciencia, son puestos que, lamentó este copado por hombres mayores y blancos que allá, señala, se les cataloga de los “White Old Men”, que hacen muy dispar y lento el acceso a la diversidad de género y poblacional a dichos cargos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en México se tienen el 0.6% de 7,8 millones de científicos en el mundo, por lo que entonces por cada millón de mexicanos solo 400 de ellos se desenvuelven dentro de la ciencia; cifra muy baja, en comparación con Israel que reporta 8 mil 282.
Ejemplo del impulso de las mujeres en ciencia y medio ambiente en el mundo, está la alianza de Homeward Bound y la organización ACCIONA que auspicia a 80 científicas seleccionadas cada año para una expedición en la Antártida con el fin de investigar y mitigar los efectos del Cambio Climático.
En este evento, las científicas mexicanas Melissa Cristina Márquez y Sandra Guzmán participarán en la edición 2019, cuarta edición de esta actividad.
El Homeward Bound se creó en 2016. En donde mujeres científicas de 35 naciones trabajan en red y por proyectos para documentar las evidencias del Cambio Climático en los polos y diversos ecosistemas. El objetivo final es contar con mil mujeres en diez años que asuman un papel de liderazgo en la lucha contra este fenómeno climático.
La bióloga marina expuso lo anterior al impartir una plática titulada “La Madre Tierra requiere de sus Hijas” a estudiantes en la Universidad La Salle en la Ciudad de México.
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