Una nueva publicación apoyada por la FAO analiza la influencia de las políticas públicas en la promoción de la agroecología en ocho países de América Latina y el Caribe, dicho estudio de la Red Políticas Públicas y Desarrollo Rural en América Latina – creada con el apoyo de la FAO – destaca la agroecología como un modelo de producción que mira más allá de la mera productividad.
Luis Carlos Beduschi, Oficial de Políticas de la FAO, indicó que “la agroecología puede contribuir a promover sistemas alimentarios más justos y sostenibles al aplicar conceptos y principios ecológicos en el diseño y manejo de agro-ecosistemas, para optimizar las interacciones entre los seres humanos y el medioambiente”.
Según la FAO, la agroecología puede apoyar a la seguridad alimentaria y nutricional, al mismo tiempo que fomenta la resiliencia y la adaptación al cambio climático. Con esto, contribuye directamente al cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Ahondó en que “el florecimiento de la agroecología en América Latina y el Caribe ha sido producto encuentro de tres flujos: busca consolidarse como una disciplina científica, es un conjunto de prácticas agrícolas y a la vez un movimiento social”.
La publicación presenta un análisis del concepto de la agroecología, entrega un marco analítico sobre la misma y detalla la experiencia de Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México, Nicaragua, además de una mirada regional.
De acuerdo a los casos analizados en este estudio se indica que México maneja un enfoque sustentable:
En México, prácticamente no se identifican políticas dedicadas específicamente a la agroecología o producción agroecológica, pero sí se pueden observar elementos que tienden hacia alguno o varios de los objetivos y prácticas agroecológicas. En la publicación se resaltan algunos elementos de políticas públicas que pueden ser denominados como ambientales o sustentables y que ocasionalmente coinciden con formas específicas de agricultura como la permacultura o de esquemas de distinción en el mercado, como la certificación de la producción orgánica. En el estudio se reseñan algunos movimientos y organismos de la sociedad como parte de la explicación de la transición agroecológica.
Argentina: un enfoque incipiente
En Argentina, el estudio destaca programas con componentes agroecológicos como Pro Huerta, la producción orgánica certificada para la exportación y labores de investigación y extensión en agroecología promovidas por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Sin embargo, precisa que estas políticas conviven con otras de promoción de la producción convencional, sin que la agroecología se plantee como una estrategia para la reconversión productiva del sistema en su conjunto, el cual está fundamentalmente orientado a la exportación.
Brasil: la importancia de la participación ciudadana
En el capítulo de Brasil se destaca el rol clave que han jugado los movimientos sociales, la sociedad civil y las organizaciones de la agricultura familiar en la inclusión del enfoque agroecológico en las políticas públicas.
Si bien hay iniciativas destacadas y políticas públicas a nivel territorial, existen todavía muchos obstáculos a la implantación de una política de promoción de la agroecología capaz de reorientar de forma más profunda las políticas de desarrollo rural, para ir más allá de las “políticas de nicho”.
Chile: revalorización de los valores campesinos e indígenas
Según la publicación, en Chile, la agroecología se ha entendido muy asociada a la agricultura orgánica. En la última década han surgido instrumentos que contribuyen de manera más directa a lo que sería una transición a la agroecología, aunque se asocian más a la revalorización de los valores campesinos e indígenas, lo que no siempre va asociado a una mirada de sustento de la biodiversidad.
Costa Rica
En Costa Rica existe una agenda agroambiental que incluye una amplia gama de instrumentos públicos/privados, regulatorios y normativos y otros basados en incentivos económicos que han fortalecido la agroecología, además de movimientos sociales que han permitido la práctica de un tipo de agricultura más sostenible y comercialmente viable.
Sin embargo, aún existe un potencial no aprovechado y falta una mayor visualización y posicionamiento la agroecología como una fuente de alimentos sanos, ambientalmente limpios, tanto ante la sociedad en su conjunto como en el mismo sector agropecuario, el cual sigue dominado por actores que defienden una agricultura convencional enfocada en monocultivos y con un alto uso de agroquímicos.
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