Cabe recordar que hace 100 años, en 1913, Manuel Gamio descubrió la esquina suroeste del Templo Mayor de Tenochtitlan, en las actuales calles de Seminario y Guatemala; sin embargo, fue hasta 1978, con el hallazgo de Coyolxauhqui cuando en el sitio inició un proyecto de investigación de gran alcance. Hasta 1982 se recuperaron más de 7,000 objetos dando origen al Museo del Templo Mayor (MTM), el cual este 12 de octubre festeja 26 años, convertido en el tercero recinto más visitado de México.
En dos décadas y media de existencia, el recinto ha recibido 15 millones, 724 mil 727 visitantes, informa Carlos González González, director del museo desde julio de 2007, quien explica que el número de visitas registradas cada fin de semana lo ubican en el tercero más visitado de la red de museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de los nacionales de Antropología y de Historia “Castillo de Chapultepec”.
González González, quien fue parte del equipo inicial de Proyecto Templo Mayor, confirmó que la gran afluencia de visitantes con la que cuenta el MTM se debe en gran medida al interés que despiertan los vestigios del recinto ceremonial de los mexicas, y también a que el Centro Histórico de la Ciudad de México (declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, en 1988) es un gran atractivo para los turistas nacionales y extranjeros.
El hallazgo fortuito de la diosa Coyolxauhqui por trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, el 21 de febrero de 1978, quienes a su vez dieron aviso al INAH, de inmediato despertó el interés de la población, lo que permitió difundir “lo que realmente era la arqueología”, rememoró el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, primer director del Proyecto Templo Mayor.
Dicho proyecto, que a la fecha llega a su séptima temporada, bajo la dirección del doctor Leonardo López Luján, reunió a distintos especialistas: arqueólogos, antropólogos físicos, restauradores, químicos, biólogos, geólogos, entre otros.
Dijo que una de las políticas del museo ha sido la renovación constante de las salas de exhibición, dando cabida a los estudios aportados por especialistas. La más reciente fue la remodelación completa de la Sala 6, dedicada a la flora y la fauna, para mostrar el aprovechamiento cotidiano y usos rituales que de éstas hacían los habitantes de la Gran Tenochtitlan.
También comentó que un gran atractivo del MTM son sus exposiciones temporales, destacando en este rubro la magna exposición dedicada a Moctezuma II, donde también se exhibió por primera vez el monolito de la diosa de la tierra Tlaltecuhtli, labrado en andesita rosa y que pesa más de 12 toneladas.
El inmueble del MTM es obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez; está distribuido en ocho salas, orientadas igual que el Templo Mayor: cuatro del lado sur, dedicadas a Huitzilopochtli y en un sentido amplio a la guerra; mientras que las restantes tratan sobre Tláloc, dios de la lluvia, y por extensión, de la agricultura y la explotación de los recursos naturales en general.
Carlos González explicó que la colección del museo se ha visto incrementada gracias a los hallazgos arqueológicos y los estudios realizados por el Programa de Arqueología Urbana (PAU), creado por Eduardo Matos en 1991, que abarca el perímetro que ocupó el Recinto Sagrado de Tenochtitlan, con un área de siete manzanas del actual Centro Histórico, en las que mantiene una supervisión constante para detectar cualquier hallazgo por obras de infraestructura.
Dentro de los proyectos que se tienen a corto plazo, adelantó que para 2014 —cuando cumpla 75 años del INAH— se planea una exposición para celebrar el hallazgo de 1913 del arqueólogo Manuel Gamio, que vino a corroborar la ubicación del Templo Mayor.
La idea es incluir piezas de la colección del museo, fotografías de época y documentos; además de vestigios recuperados en 1900 por Leopoldo Batres, quien creía que el recinto sagrado de los mexicas se localizaba debajo de la Catedral Metropolitana.
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