En la esquina de Lago Ginebra y Lago Erne, colonia Pensil, Delegación MIguel Hidalgo, concluye, o principia, un andador que tiene un arriate a lo largo. Desde Lago Wetter hasta Erne, hay algunas plantas y pocos árboles. La mayor parte es tierra seca, además del corredor adoquinado.
En la esquina a la cual me refiero, frente a un taller de arreglo de mofles, de una distribuidora de pinturas y de una tienda, La Perla, un joven se aplica por las mañanas a remover la tierra, a sembrar pasto, flores, un par de árboles; cuida que no les falte agua. Lo hace habitualmente en un tramo de unos diez metros, el área acaso tenga un metro de ancho. Su esfuerzo rinde frutos. Ya consiguió algunas manchas verdes en la superficie que atiende.
Antes realizaba su labor en un tramo más largo. Había puesto un alambre para cuidarlo pero alguien lo quitó. Dicen que fue porque alguna persona al atravesar la avenida se tropezó. Pudiera ser, no tenemos el hábito de cruzar las calles por las esquinas.
El hecho es que el joven de la anécdota se esmera por hacer más amable el entorno del lugar donde trabaja. No es el de su domicilio. Es un actitud digna de emulación. Contrasta con la conducta de personas que en lugar de hacer algo semejante actúan en sentido contrario: arrojan basura en banquetas, dañan mobiliario urbano, pintarrajean postes, bancas, paredes; arrancan plantas, pisotean prados, dejan las heces de sus mascotas en la vía pública.
Por cierto, en el tramo mencionado, vecinos suelen sacar a pasear a sus perros y asumen comportamientos responsables en su cuidado. En la ruta son frecuentes los chihuahua, los schnauzer, y algunos ejemplares de razas mayores. La convivencia animal es tan amable como la relación vecinal.
Hasta donde puede apreciarse ésta es una zona tranquila de la colonia Pensil, colindante con la Ampliación Popo, donde un joven muestra con hechos algo que es posible hacer para construir un entorno agradable propicio a un desarrollo urbano armónico, factor en la construcción de una comunidad socialmente sana.
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