Se analiza que tanto los huertos urbanos son una solución eficaz para afrontar la grave problemática de insuficiencia alimentaria y reducir los efectos de la contaminación medioambiental y el ruido en las ciudades, aseguró Eric Bocardi, jefe de la Unidad Departamental de Huertos Urbanos en la Delegación Miguel Hidalgo.
Ello al impartir una plática en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en donde afirmó que entre los beneficios sociales destacan la cohesión familiar y comunitaria y el enlace directo entre la producción y los consumidores.
Como actividad física permite a una persona quemar entre 210 y 250 calorías por hora, además de combatir la escasez de víveres, ya que un metro cuadrado (m2) produce hasta 20 kilogramos al año.
La aportación medioambiental de los huertos es incuestionable porque un m2 absorbe 50 gramos de dióxido de carbono; ofrece el oxígeno suficiente para una persona; permite un mejor aprovechamiento de las aguas pluviales; detiene la erosión; mejora el suelo, y acorta la distancia en la distribución de alimentos.
Esas instalaciones propician además la reutilización de residuos orgánicos con un impacto directo sobre la fauna; reducen la contaminación auditiva en diez decibeles, y decrecen los efectos de las islas de calor en las metrópolis.
Como motor económico generan un puesto laboral por cada 100 m2 y activan la economía local a través de la transformación de los productos, al poder fabricar jabones, aromatizantes, champú y tinturas o mermeladas a través de microempresas.
El diálogo establecido por el funcionario delegacional es parte del Ciclo de Ecotecnias Urbanas, impartido en la UAM, en donde Bocardi Alanís dijo que el hambre es el factor de mayor riesgo para la salud en el mundo, al ser causa del deceso de más personas al año, en relación con el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos, pues 759 millones carecen de alimentos suficientes para su subsistencia, es decir, uno de cada nueve individuos en la Tierra.
En México el problema de las defunciones por desnutrición es grave, sobre todo en la zona urbana, en especial del Estado de México, que registra 10,820 decesos anuales; Veracruz, 9,589; Oaxaca, 8,030; Puebla, 8,011; Jalisco, 7,376; Guanajuato, 6,579; Ciudad de México, 4,873, Michoacán, 4,495, y Chiapas 4,445.
El indicador económico respectivo de 2014 reveló que los mexicanos con ingresos inferiores a la línea de bienestar equivale a 53.2 por ciento de la población, al sumar 63.8 millones de personas y aquellos con ingreso inferior a la línea de bienestar mínima alcanza 20.6 por ciento: 24.6 millones de personas, lo cual significa que tres de cada diez carecen de percepciones suficientes para comprar la canasta básica.
En 2012 en el país vivían 53.3 millones en pobreza, de los cuales 68 por ciento en zonas urbanas y 27.6 por ciento de los menores de edad no tenía acceso a la alimentación.
Las delegaciones con más graves problemas de pobreza en la capital son Iztapalapa y Gustavo A. Madero, y en el Estado de México sobresalen los municipios de Nezahualcóyotl y Ecatepec, ante lo cual los huertos urbanos figuran como una solución, si se considera que sembrar en la décima parte de Iztapalapa –con una superficie total de 116.13 kilómetros cuadrados– permitiría obtener 32 toneladas de alimentos al año.
Para fomentar el desarrollo de la siembra urbana, la Ciudad de México ofrece capacitación, tecnificación, vinculación e inversión en proyectos de agricultura protegida con los programas de Desarrollo Agropecuario y Rural, Alimentación Sustentable, Impulso a la Mujer Rural y Huertos Urbanos, que se suman a los que desarrollan diversas organizaciones civiles.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hay gran cantidad de personas subalimentadas, pues en 2015 América Latina registró 34.4 millones en esa condición que representan 5.5 por ciento de la población; en África 232,5 millones, 20 por ciento; en Asia 511 millones, 12.1 por ciento, y en Oceanía 1.4 millones, 14.2 por ciento.
Cabe mencionar que la agricultura urbana tiene como objetivo principal la sustentabilidad alimentaria de autoconsumo; el consumo de víveres saludables, y la reactivación de grupos económicamente pasivos –adultos mayores, niños y amas de casa– por lo que ha generado ingresos en espacios reducidos e inactivos y rescatado otros que eran de ocio, convirtiéndolos en productivos.
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