LA TEMPERATURA del mediodía, el pasado 7 de este mes, subió a lo máximo en el interior del salón de plenos de la Asamblea Legislativa del DF cuando, desde la tribuna, el secretario de Transporte y Vialidad, Armando Quintero Martínez, perdió la compostura de funcionario público y, lleno de ira, reflejando en el rostro una mueca de odio, insultó al diputado Leobardo Urbina Mosqueda, quien, desde su curul, haciendo uso del derecho de réplica, comentó que “se rumora que se perdieron 30 mil juegos de placas para el servicio concesionado de taxis y que se están utilizando, donde su hermanito tiene intereses”.
AHÍ FUE DONDE el funcionario lleno de cólera, increpó al legislador y lo insultó, continuando con una serie de palabras casi inaudibles en torno al tema de su comparecencia en el recinto de Donceles y Allende.
UN GRUPO DE personas que, ex profeso, llevó Quintero a la ALDF para que lo acompañaran, ocuparon las sillas para “invitados especiales”, que se colocaron precisamente a espaldas de los diputados del PRI y casualmente quedaron atrás de Urbina Mosqueda y del joven diputado Cristian Vargas. Los acompañantes de Quintero lanzaron insultos de tono grueso a Urbina y al propio Cristian, quien pidió al presidente de la Mesa Directiva que aplicara el reglamento y que ordenara sacar a los agresivos sujetos de la “porra” de Quintero.
EL CLIMA FUE subiendo, tanto en la temperatura como en el ambiente, y los ánimos también fueron cambiando. Las protestas por el comportamiento de Quintero y su gente se ampliaron y los diputados del PRI cerraron filas en torno a su compañero Urbina Mosqueda. Como también respondieron algunos legisladores perredistas, la cosa se prendió más y le entraron algunos panistas en apoyo de sus colegas tricolores, entre ellos, las diputadas Lía Limón y Mariana Gómez del Campo, coordinadora del grupo parlamentario del PAN en la ALDF.
CRISTIAN VARGAS insistió en que los integrantes del grupo de choque que llevó Quintero fueran echados del salón de plenos de la ALDF, pero la situación, lejos de arreglarse, se complicaba a cada momento hasta que los agentes de seguridad y resguardo de la ALDF tendieron una valla para protección de los diputados. También Israel Betanzos Cortés, coordinador de los priístas y todos los demás legisladores del partido tricolor, apoyaron a su compañero Urbina Mosqueda, como en la obra clásica de Alejandro Dumas “Los tres mosqueteros”, todos para uno y uno para todos…, mientras en la tribuna, Quintero continuaba con su coraje y aunque sus palabras eran sobre el informe, su mirada llevaba lumbre hacia el lugar de Urbina.
PARA ACABAR con esta bronca, el diputado priísta Octavio West, desde su curul, leyó la parte del reglamento de la ALDF donde se indica que los escandalosos y quienes no respeten el orden, sean desalojados y así ocurrió. El presidente de la Mesa Directiva ordenó que echaran a los “porristas” de Quintero, quienes salieron escoltados por los agentes de seguridad.
EL DIPUTADO Urbina Mosqueda, al terminar la comparecencia del secretario de Transporte y Vialidad, afirmó que “sobre su gestión y los pobres resultados, además del deficiente desempeño al frente de la Setravi, Quintero Martínez debería renunciar, pero antes ofrecer una disculpa pública al gremio de los transportistas, por cuatro años de ineficacia y promesas no cumplidas”.
SABEMOS DE ANTEMANO, que esta bronca no acabó ahí. Ojalá que, como gente civilizada, el funcionario termine este espinoso asunto.
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