Líderes y lideresas comunitarios, profesionales de la abogacía, periodistas y otros defensores y defensoras de los derechos humanos en todo el mundo afrontan niveles inéditos de persecución, intimidación y violencia, advirtió Amnistía Internacional.
Esta organización realizó una nueva campaña global que pide el fin de la avalancha de ataques contra personas valientes que luchan contra la injusticia.“Lo que presenciamos hoy es una agresión descomedida por parte de gobiernos, grupos armados, empresas y otros actores con poder contra el derecho mismo a defender los derechos humanos. Las personas que los defienden son quienes llevan la peor parte de esta agresión de dimensiones globales”, dijo SalilShetty, secretario general de Amnistía Internacional.
Declaró que “del presidente Putin al presidente Xi y el presidente Al Sisi, líderes en todos los continentes están desmantelando progresivamente las bases necesarias para una sociedad libre, justa e igualitaria. Al despojarlas de su derecho a protestar, colocarlas bajo vigilancia y convertirlas, junto a sus comunidades, en blanco de acoso, amenazas y agresiones físicas, los gobiernos están cortando el suministro de oxígeno a quienes defienden nuestros derechos.”
En un nuevo documento, “Defensores y defensoras de los derechos humanos bajo amenaza. La reducción del espacio para la sociedad civil”, publicado hoy para acompañar la nueva campaña, Amnistía Internacional detalla los peligros sin precedentes que afrontan quienes defienden los derechos humanos. Se ha convertido en una persecución cada vez más letal: En 2016, 281 personas perdieron la vida en todo el mundo por defender los derechos humanos, frente a las 156 que murieron en 2015, según las pruebas de la ONG Front Line Defenders.
Se detalla que la combinación de vigilancia masiva, nuevas tecnologías, uso indebido de las leyes y represión de protestas pacíficas ha creado un nivel de peligro sin precedentes para los y las activistas de derechos humanos, advierte el documento.
Entre las nuevas tendencias está el uso generalizado de las nuevas tecnologías y la vigilancia selectiva, incluso a través de Internet, para amenazar y silenciar a los activistas.
Ejemplo de esta represión se puede mencionar el caso del gobierno de Bahréin que hace un seguimiento a activistas de derechos humanos exiliados utilizando programas espías, y gobiernos de todo el mundo ordenan a las empresas que revelen claves de cifrado y descifren comunicaciones personales en línea sin pensar en las consecuencias. En el Reino Unido, la policía ha puesto a periodistas bajo vigilancia con el fin de identificar sus fuentes.
En lugares como México y Rusia, redes de troles están generando cada vez más campañas de desinformación que se convierten en tendencia y cuyo objetivo es desacreditar y estigmatizar a quienes defienden los derechos humanos, como los periodistas.
Estas nuevas tendencias se suman al ya peligroso arsenal de herramientas de supresión, entre ellas los homicidios y las desapariciones forzadas, la represión del derecho a protestar de forma pacífica y el uso indebido de leyes penales, civiles y administrativas para perseguir a los defensores y defensoras de los derechos humanos.
Por ello, Amnistía Internacional pide que los países apliquen aquello a lo que se comprometieron cuando las Naciones Unidas aprobaron la Declaración sobre los Defensores de los Derechos Humanos en 1998. La Declaración pide a los Estados que reconozcan el papel importante que desempeñan quienes defienden los derechos humanos y que establezcan medidas eficaces para protegerlos.
La campaña global destacará los casos de personas que se enfrentan a un peligro inminente debido a su trabajo en la esfera de los derechos humanos, captará el apoyo de los gobiernos y presionará a quienes son responsables de la toma de decisiones para que fortalezcan los marcos jurídicos. Además, Amnistía Internacional seguirá investigando los ataques contra activistas y trabajará codo con codo con comunidades y activistas a escala local para movilizar a las personas para que actúen.
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