Berta Cáceres, defensora comunitaria de los derechos de los pueblos indígenas y la protección del ambiente en Honduras, fue reconocida póstumamente con el premio más importante de medio ambiente que otorga Naciones Unidas.
Cáceres, que lideró una larga lucha contra la construcción de una hidroeléctrica en la tierra de su pueblo natal Lenca, fue asesinada a principios de este año. Su muerte provocó una protesta internacional y puso de relieve la violencia y la intimidación que sufren los ambientalistas en Honduras y en muchos otros países.
Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU Ambiente, declaró que «Berta Cáceres se rehusó a permitir que poderosos intereses violaran los derechos de los pobres y marginados y destruyeran los ecosistemas de los que dependen.
Añadió que «su enfoque era local, pero su causa y su sacrificio resuenan en todo el mundo. Ella es una gran inspiración, y una gran pérdida, para cualquier persona que luche por los derechos ambientales».
ONU Ambiente otorgó el premio Campeón de la Tierra a Cáceres en la categoría de Inspiración y Acción. El premio fue entregado a Roberto Cáceres, hermano de la activista. Ello al asistir a la 13ª Conferencia de los Estados Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, (COP13).
Cáceres, de 44 años, cofundó el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), que ha ayudado a las comunidades locales en este país de Centroamérica a luchar por sus derechos territoriales. Defendió los derechos territoriales indígenas contra la tala ilegal y la construcción de minas, así como contra represas hidroeléctricas en sus tierras.
La lucha contra la represa de Agua Zarca, de 50 millones de dólares, fue una de las más grandes que emprendió. Cáceres decía que la represa se quería construir a lo largo del río sagrado Gualcarque sin la debida consulta a la comunidad Lenca. Las protestas culminaron en un bloqueo en 2013 que puso fin a los trabajos de construcción. Los inversores internacionales posteriormente se retiraron del proyecto.
De acuerdo con Global Witness, 185 personas en 16 países murieron defendiendo sus tierras, bosques y ríos contra industrias destructivas en 2015. Se trata de la cifra anual más alta de la historia. Honduras, con al menos 109 muertes entre 2010 y 2015, es el país más peligroso de todos.
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