Ricardo Chávez,
Colaborador invitado
La séptima cumbre de las Américas dio pie para confrontaciones y reclamos de algunos de los 35 países asistentes hacia la política intervencionista de Estados Unidos en asuntos de América Latina y del Caribe. Muchos de éstos de carácter histórico, a cargo de presidentes anteriores a Obama, como el multicitado bloqueo a Cuba y el reciente resolutivo de considerar a Venezuela un peligro para la seguridad de EU, criticando que se utiliza por parte de la política hacia América Latina, el fantasma de los Derechos Humanos y del terrorismo, como también de la fundamentación de la democracia, según los ojos de EU, para justificar sus políticas intervencionistas y de apoyo a disidentes en los países emergentes que buscan un desarrollo económico social y cultural alternativo al del libre comercio, a través del modelo económico neoliberal, (Brasil, Cuba, Venezuela, Argentina, Bolivia). Muchos de ellos integrantes de los proyectos de comercialización y desarrollo regional en Latinoamérica y el Caribe: el ALBA y la CELAC, que, de hecho, señalan que es uno, el proyecto económico de libre comercio del modelo neoliberal que campea en algunos países de América, apoyados y desarrollados por la propia política del gobierno de la Unión Americana, como lo es el de la Cuenca del Pacífico.
Sin embargo, se definió el perfil de la política del actual gobierno, encabezado por Barack Obama, de ponerle un límite y acabar con las contradicciones propias del libre comercio globalización, que se ve restringido por el bloque económico de la República Socialista de Cuba.
Contradicciones que buscan resolver a través de negociaciones con la representación del gobierno de Cuba, a través del diálogo con Raúl Castro Ruz, para buscarle una salida al conflicto, dando paso a la concertación sobre la apertura respectiva de las Embajadas de los dos países, abrir un proceso de diálogo y concertación sobre el bloque económico y lo relacionado con la inscripción de Cuba en la lista negra del terrorismo internacional y los sucesos que señalaron a Venezuela como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.
Ante el consenso de la VII sobre estos asuntos fue un buen síntoma que Obama, reconociera como hechos negativos las políticas intervencionistas de los anteriores mandatarios de su país que, de alguna forma, tratara de subsanar con su política de diálogo y defensa de los derechos humanos en América Latina y el Caribe.
Ante la polémica desatada hacia Estados Unidos de reclamo de su histórico intervencionismo, causa sorpresa la ecuánime intervención de Raúl Castro Ruz, que exoneró de culpa a Obama; sin embargo, Castro reiteró el retiro de Cuba de la lista negra sobre terrorismo internacional.
De alguna forma quedó abierto el camino para canalizar las diferencias y confrontaciones a través del diálogo y concertación sobre los agudos problemas entre Cuba, Venezuela y otros países latinoamericanos con la política económica y social de los EU como el bloqueo a Cuba, integración de Guantánamo al territorio de Cuba y lo relacionado con la lista negra del terrorismo internacional.
Para llegar a buenas condiciones para el diálogo y concertación de EU en esta VII Cumbre de las Américas, con los países integrantes y en especial de Cuba, fue el antecedente de la liberación de los 5 cubanos.
En esta Cumbre quedó definido el perfil de las políticas económicas frente al neoliberalismo, las desarrolladas por los países del ALBA Y CELAC y la de la Cuenca del Pacífico, avalada por Estados Unidos; sin embargo, para ello privó el diálogo entre los países latinoamericanos y el Caribe con la Unión Americana.
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