Después de la llamada de “El Tuta” a la televisora michoacana, sólo podría esperar que, durante las próximas horas, se anunciaran mesas de trabajo en los cuatro puntos cardinales del país para establecer una agenda que empatara con las múltiples actividades de la delincuencia organizada y el gobierno, pero eso sí la reunión debería de hacerse en un lugar técnicamente neutral y después de pasar bajo arcos detectores de metal para que no se introdujeran objetos que no.
Me parece justo lo que pide “El Tuta”. Una cosa es ser malandro, malandro y otra es pasarse de la raya, digo se puede ser delincuente, pero el honor no es algo que esté sujeto a subasta, menos traiciones.
Porque sea lo que sea, no se debe olvidar que entre los delincuentes también existen clases, vamos y para ser más claros, no es lo mismo ser un simple ratero que un delincuente, bueno los hay hasta de cuello blanco.
Además y más mejor, podríamos utilizar a “El Tuta”, como bandera de una mega campaña para demostrar que no sólo el sueño americano permite salir de hasta abajo y llegar hasta arriba, también en México hace aire y tenemos diferentes formas de ascender.
Lo podemos vender, y que conste incluye a todos los sectores, que quieran pues, para que de una serie de cursos, por todo el país, de superación personal, de cómo llegar a ser el número uno en menos de lo que canta un gallo.
Para no ser menos este tipos de cursos los podríamos dar en gobiernos, de todos los niveles, para mostrar a los burócratas cómo se puede ser eficiente y triunfador por excelencia.
Ya dejamos ir una oportunidad hace algunas decenas de años, hoy es momento de ponerse las pilas para aprovechar todas las oportunidades que se presentan, más si nos ayudan a salir de la crisis.
No recuero bien la fecha, pero entre los ochenta y los setenta un agricultor que en sus ratos de ocio se dedicaba al trasiego, cultivo y exportación de marihuana le soltó al Presidente en turno, palabras más, palabras menos. “A mi denme chance de sembrar marihuana, digamos unos cinco años y yo pago la deuda externa del país”.
Pero como no es lo mismo ser trompudos que marranis, a la propuesta de pagar la deuda se añadía un plus: La palabra empeñada de que la droga no se vendería ni se distribuiría en el país, las vías eran de paso y todo cargamento de yerbita vaciladora era para el extranjero.
Creo me dicen algunos de esa época, que esto último fue el punto de quiebre entre el agricultor y el gobierno, pues seguramente en el gabinete existía alguno, por lo menos, que se opuso a la propuesta porque era discriminatoria para los mexicanos. Palabra que cada día entiendo menos. Cierro pico.
Mi correo es: oviparo2002@yahoo.com.mx
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