Por Ana Herrera
Como una extensión del programa de Pueblos Mágicos que busca dinamizar el turismo en uno de los países con mayor riqueza bio-cultural en el mundo, la Secretaria de Turismo del Distrito Federal ha llevado a cabo desde 2011 una declaratoria sobre los barrios mágicos que se encuentran dentro de la cosmopolita CDMX.
Junto a San Pedro Atocpan de Milpa Alta, Mixquic de Tláhuac, la Magdalena Atlictic de Magdalena Contreras y la Villa de Guadalupe en Gustavo A. Madero, San Agustín de las Cuevas es el barrio mágico ubicado en el corazón de la delegación Tlalpan.
De acuerdo a la Secretaría de Turismo, para poder tener acceso a ese título, la localidad en cuestión necesita tener atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad y tradiciones. Al igual que en muchos rincones de México, estas características están presentes en el barrio de San Agustín de las Cuevas.
La época prehispánica se asoma desde la pirámide de Cuicuilco, uno de los remanentes de una de los primeros grupos en establecerse en el Valle de México que se remonta al año 700 a.C. Esta zona se encuentra abierta todos los días de 9:00 a 17:00 hrs. Alrededor del basamento circular existe un museo de sitio y senderos para caminar y apreciar la vegetación del ecosistema. Se ubica frente a la unidad y al deportivo Villa Olímpica en la estación del metrobús del mismo nombre.
Durante la colonia, Tlalpan fue una zona de descanso donde se establecieron las casas de los españoles que se encontraban al servicio del Virrey, como el Conde de Regla Don Pedro Romero de Terreros y el Marqués de Vivanco Antonio de Vivanco, cuyas fachadas se encuentran todavía visibles a unas cuadras del centro de Tlalpan.
La Casa Chata es una construcción característica de la época colonial que se encuentra a una cuadra de calzada de Tlalpan sobre la calle de Hidalgo en esquina con Matamoros. A esta edificación se le relaciona como casa de verano de los integrantes de la inquisición, que desde 1571 se establecieron en México para salvaguardar la creencia católica por sobre cualquier otra alternativa de fe.
Esta obra arquitectónica es una representación a escala menor del antiguo palacio de la inquisición, hoy en día museo de la medicina mexicana, ubicado en la plaza de Santo Domingo en el centro de la Ciudad de México.
La casa de Santa Anna fue propiedad del extravagante personaje que perdió una pierna en el transcurso de la guerra de los pasteles entre México y Francia. Actualmente se encuentra visible en la esquina de San Fernando y Congreso. A este ex presidente también se le atribuye la creación del «Caldo Tlalpeño», platillo matutino cocinado para reavivarlo después de sus noches de fiesta durante la Feria de Pascua celebrada en Tlalpan.
Una lucha tan digna, en sus causas, como lo fue el movimiento de independencia de la colonia española no podía escapar a la arquitectura de Tlalpan, prueba de ello es el predio ubicado en el número 3 de la avenida san Fernando en donde el cura José María Morelos y Pavón estuvo preso tras hacer público su documento Sentimientos de la Nación, y la Casa de las Campanas, la cual sirvió como centro de operaciones del general Guadalupe Victoria, este predio actualmente es un reconocido salón de eventos, está ubicado a dos cuadras del centro de Tlalpan sobre la calle que guarda el nombre de este caudillo, quien a la postre se convertiría en el primer presidente de México.
Posterior a los múltiples conflictos desatados por las constantes batallas entre liberales y conservadores, la invasión estadounidense encontró en las montañas del Ajusco un escenario para la legendaria Batalla de Padierna, así mismo, las alturas de la Sierra del Chichinautzin cobijaron a los revolucionarios comandados por Zapata previamente a su entrada a la capital.
Después del movimiento revolucionario el paisaje comenzó a cambiar considerablemente. El progreso trajo consigo el establecimiento de rutas camioneras y del tranvía, los caminos acortaron las distancias y en territorio tlalpense se experimentó una prolífica etapa industrial cimentada sobre las estructuras de la fábrica de papel Peña Pobre, la de hilos y tejidos de la Fama Montañesa y sobre las textiles de San Fernando y Ajusco.
Con la agilización en los procesos de intercambio de insumos se estableció la ruta del tren México-Cuernavaca, cuyo primer viaje fue realizado el 11 de diciembre de 1897. En sus inicios los vagones fueron destinados a pasajeros privilegiados que experimentaron el valor estético de la vista de los paisajes de Tlalpan, siempre más verdes de julio a diciembre, y a veces nevados en enero y febrero. De acuerdo a Salvador Padilla en su libro San Agustín Tlalpan: historias y tradiciones de un viejo pueblo (25-1999 d.C.), el tren habría de cesar sus recorridos de la siguiente manera:
El tren que pasaba bajo el Xitle, ascendía casi hasta San Miguel Ajusco y se desviaba hacia El Guarda y Tres Marías… Se decretó su muerte cuando, en 1994, un tren descarriló cerca de San Jerónimo y destruyó algunas casas junto a la vía. Dejando de operar en 1997.
Además de la encantadora composición fotográfica que se forma con las imágenes del kiosco, las jardineras, las bancas y la iglesia, el centro de Tlalpan tiene en sus costados dos recintos en donde se imparten distintas actividades culturales: el Museo de Historia y la Casa Frissac. A su alrededor también se encuentra el mercado, los portales, el edificio delegacional y la tradicional heladería cuyas papas, helados y aguas son tan legendarias que los fines de semana y días festivos, las filas para poder disfrutar de estos sabores son interminables.
Así es como el barrio mágico de San Agustín de las Cuevas, es decir el centro de Tlalpan, es un imperdible destino para estas vacaciones decembrinas que no puedes dejar de visitar.
Comentarios Cerrados