POR: Adolfo Montiel Talonia
Gustavo Díaz Ordaz era imperativo e intolerante. De clase media. Era Oaxaqueño. Su carrera pública y política la forjó desde puestos menores, como secretario de una agencia del Ministerio Público. Era mal hablado, en una época en que aún no nos invadía el Reagatón, hoy lo mal hablado es al revés. Como Presidente era explosivo. El sector burócrata de salud decidió hacer una huelga y una comisión fue recibida por el Mandatario; con el doctor Treviño Zapata y Díaz Ordáz dijo “basta de pendejadas” y los dejó.
El país vivía en orden. La burocracia gubernamental de nivel ejecutivo trabajaba. La corrupción era tema menor, la economía era creciente. Fue la última etapa del desarrollo estabilizador. Después del 2 de octubre se cayó y nunca más se ha alcanzado. Surgió el movimiento estudiantil, cuando se trabajaba para la realización de los Juegos Olímpicos. Dentro del movimiento había cerebros con proyecto de cambiar el curso político ideológico del país. Y las olimpiadas se convirtieron en punto vertebral. Por un lado el gobierno que tenía que cumplir y México quedar bien. Y otro oscuro plan de aprovechar a olimpiada. José Revueltas.
La libertad de expresión, la libertad de marchar, sin ser banderas enarboladas; pero si manifiestas anímicamente en ese movimiento juvenil, fueron rescatadas ante un gobierno represivo, e intolerante. Los jóvenes estimularon la libertad de libertades.
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