En 1900, en las áreas urbanas vivían cerca de 200 millones de personas que, para el año 2000, ya eran cerca de 2,900 millones –las ciudades con un millón o más habitantes pasaron entre las mismas fechas de ser 17 a 388-. El área que ocupan en el Planeta las zonas urbanas es en realidad pequeña (tan sólo 2.8 % de la superficie terrestre) si consideramos que son habitantes por cerca de la mitad de la población mundial.
Las fuentes de agua dulce no han estado ajenas a este acelerado crecimiento. Si vives en una gran urbe o en un remoto poblado del campo, seguramente sabes lo difícil que es gozar de manera continua de agua limpia para beber y asearte: quizás tengas que caminar muy lejos a un pozo o río, o esperar mucho tiempo a que las pipas lleguen a surtirla. Para saciar la sed y las crecientes necesidades de agua de las personas y la industria, hemos usado las aguas superficiales (como ríos, lagos y lagunas) y las fuentes subterráneas (los acuíferos), y en algunas ocasiones de manera muy intensa.
Para que te des una idea de la sed de la sociedad moderna, podemos decir que empleamos cerca de 60% del agua que corre actualmente por los ríos del mundo para cubrir una parte de nuestras necesidades del líquido, lo cual ha tenido en muchos casos importantes consecuencias ecológicas para los ecosistemas acuáticos.
Fuente: Semarnat. ¿Y el medio ambiente? Problemas en México y el mundo. Semarnat. México. 2008
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