La energía solar representa una opción para proteger el medio ambiente y reducir los subsidios a combustibles fósiles, pero todavía se desconoce el impacto económico y ecológico de su uso, planteó Gabriela Correa López, investigadora de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de la Ciudad de México.
La profesora señaló que esta fuente de energía y las tecnologías para su aprovechamiento se han vuelto atractivas por ofrecer formas para resguardar el entorno natural; disminuir los subsidios a combustibles fósiles, y resolver, tanto la incertidumbre por la seguridad de la energía nuclear como las dificultades para abastecer energía al ritmo de la demanda.
Cuya expansión está ampliando los campos de aplicación y ha generado nuevos mercados de consumo. Citó que datos reportados por la RenewableEnergyPolicy Network forthe 21st Century (REN21) respecto de la capacidad instalada y las inversiones en la actividad ubican a China, Alemania y Japón a la cabeza de la lista de los principales inversionistas, seguidos por Estados Unidos, Italia y Gran Bretaña.
La demanda altamente competitiva provoca enfrentamientos entre grupos empresariales internacionales. Los conflictos entre China, el productor más importante de celdas y paneles solares, y Estados Unidos han implicado sanciones bilaterales que obligan a los productores afectados a negociar acuerdos alternativos, en general relacionados con cuotas de importación y uso de tecnologías patentadas.
Este panorama, explicó, es confuso, pues a pesar de su propagación la energía solar –sumada a la geotérmica y eólica– representa apenas uno por ciento de la oferta energética mundial.
Posicionarse en este mercado no ha sido fácil para las empresas, pues las fusiones y bancarrotas han sido comunes, ya sea por efectos de baja de precios de componentes o por contratos gubernamentales cancelados, cambio de políticas de subsidio o regulaciones en materia de generación, transmisión y distribución.
La especialista sostuvo que China ha encontrado en la construcción de grandes parques solares, una alternativa para desarrollar inversiones y negocios que se asocian a estrategias empresariales de expansión y cooperación internacional.
Los 5.2 millones de celdas fotovoltaicas con capacidad de mil megawatts instaladas en el parque Quaid-I-Azam, Paquistán, prometen abastecer el equivalente a 320 mil hogares, calculando una disminución de emisiones semejante a la quema de 58 mil toneladas de carbono.
Sin embargo, se desconoce el impacto para el medio ambiente de los 400 mil paneles solares colocados en 200 hectáreas de desierto, ya que eso implica el uso de agua para mantenimiento y reciclado de los componentes, por ejemplo las películas de silicón.
En cuanto al aspecto económico, el parque es financiado por el gobierno chino y desarrollado por empresas públicas y privadas que esperan obtener ganancias bajo acuerdos, aunque más flexibles por estar establecidos en la categoría de cooperación gubernamental; sin embargo, no dejan de significar compromisos internacionales de pago.
Las corporaciones chinas se mueven en muchos casos por motivos de beneficio, más que por consideraciones de seguridad en energía o la necesidad de adquirir recursos para el mercado doméstico chino.
Cabe mencionar que en México, en estos momentos con la Reforma Energética este sector está creciendo en gran medida y ya se tiene en ciernes proyectos de instalación de grandes campos de paneles solares en zonas desérticas, que igual podría acarrear este tipo de conflictos.
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