Esferas. Acrílica sobre corrugado. 26.4 x 34.3 centímetros.
En tres meses (dos y medio si somos de los previsores), celebraremos (?) el fin de un año o el principio de otro.
En Mi Ambiente 676 del 30 de noviembre del 2008. Jorge Rescala, Director de Probosque, informó que el Estado de México dedica 3 mil 665 hectáreas a la producción de árboles de navidad, y, la derrama para el fin de año del 2008, estimada, era de 40 millones de pesos.
En el mismo espacio «… se desarrollan en terrenos de uso agrícola que estaban ociosas, aunque eran de vocación forestal.»
Por parte de la Conafort surgió la afirmación: «Se comercializarán 800 mil árboles de navidad en el país… sustento para 250 productores… (en el Estado de México, Distrito Federal, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Veracruz), rubro de la economía nacional perjudicado con la importación de cerca de un millón de ejemplares y de los cuales siete de cada diez piezas provienen de Canadá y Estados Unidos de Norteamérica. Con un ajuste de cifras un tanto forzado para llegar a la afirmación vertida por el Partido Verde el 27 de enero del 2009 de 2 millones de árboles usados en la Navidad del año anterior.
Quedó claro que la recuperación para el reciclaje de los posteriormente estorbosos íconos domésticos de la fraternidad humana fue un fracaso si aceptamos que la captación fue de sólo el 10% de ellos.
Poco después nos restriegan desde la pantalla televisiva el tremendo desarrollo en la industria oriental, manifiesto en su amplia variedad de sucedáneos artificiales, de entre los cuales hay uno con luminosidad del tipo de la fibra óptica: cómprelo, extiéndalo, conéctelo a la toma eléctrica y a suspirar beatíficamente.
Quizás el sustento para las familias de productores de árboles pudiése provenir prcisamente de la preservación y cuidados que a los afánes de riar para la destrucción.
Y no se enfade nadie con ello, es sólo una idea tan bobalicona —opuesta a los intereses de algunos— semejante a aquella inocentada propuesta hace ya algunos lustros para marcar con árboles frutales endémicos los linderos de los campos ya regularizados.
Sólo es una idea producto del ocio y a la vista de la nula continuidad que tal celebración deja en el comportamiento humano, o, en el fondo, en lo más profundo del inconsciente, pervive la esenografía mínima, la «alegoría» fundada por el hermano Francesco con la riqueza espacial de Don Carlos Pellicer.
lopezwario@hotmail.com
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