¡Ah, qué cosas!. Por mucho que luego me quejo en esta columna de los lanzamientos anuales de las conocidas sagas de disparos en primera persona, no lo puedo negar, Call of Duty siempre me ha gustado. Bueno, a veces, creo que es un gusto aprendido o mi peculiar fascinación con el ejército estadounidense.
Y bueno, tampoco negaré que estaba muy entusiasmado de esta nueva entrega de Call of Duty, sobre todo porque me conquistó el tráiler «Democracy» donde pudimos ver al actor Kevin Spacey en su papel de Jonathan Irons, un tipo que es dueño de la corporación Atlas, empresa que es un ejército privado, mejor conocido como mercenario, pero que ellos se llaman a sí mismos «contratistas militares privados», porque ser mercenario está muy feo…
Bueno, el juego comienza con el protagonista Jack Mitchell y su compañero Will Irons peleando en Corea y, al terminar esa misión, Irons muere y su padre Jonathan Irons se queja amargamente de que los políticos no saben pelear, no tienen lo que se necesita para poner el mundo en orden y que él y su grupo de mercenarios con su tecnología avanzada van a hacer del mundo un lugar mejor.
Para esto, Jack pierde su brazo en la primera misión y el señor Irons lo convence que se una la corporación Atlas, porque ellos, a diferencia del gobierno, sí tienen buenas prótesis, mejores armas, ambiente agradable y, además, supongo que la prima vacacional será mejor. En fin, Jack sin pensarlo se une a Atlas y todo parece funcionar bien. Las batallas que pelean las ganan sin problemas; la tecnología que posee Atlas sí que es muy avanzada hasta que ocurre el vuelco en la historia que todos estábamos esperando.
No quiero arruinarles la historia -no se rían-, pero, en serio, ya he comentado que juego los títulos de disparos por su historia y pocas veces o nunca toco el modo multijugador. Lo siento, si eso los decepciona, pues de antemano les pido una disculpa por no estar a la altura de sus expectativas, pero la narrativa de los Call of Duty me parece buena -a mi- y, por ende, tengo gratos recuerdos de misiones por demás memorables.
Regresando a Advanced Warfare, hay algo que sí me llama mucho la atención y es el peligro de que estas corporaciones mercenarias sean las que peleen las batallas en lugar de los ejércitos de cualquier país, porque si ya de por sí es malo que haya guerra, cuando mezclan la mezquindad de una corporación y el gusto que tiene por dinero con su nulo patriotismo y que pueden cambiar de bando conforme les convenga, entonces tenemos una receta para el desastre.
¿Cómo puede una corporación militar tener ganancias?, manteniendo una guerra sin fin contra quien sea, por la razón que en ese momento convenga y, sobre todo, creando enemigos, porque sino hay nadie de quién defendernos, ¿qué sentido tiene que existan?, incluso el ejército más chafa del mundo cuesta mucho dinero, aunque no esté haciendo nada.
Por eso que me gustó mucho la historia de Call of Duty Advanced Warfare. Creo que si lo saben manejar bien, podrá dar para un arco argumental de varias entregas, tal y como fue con la trilogía de Modern Warfare.
Con respecto al apartado técnico, creo que juegos de este nivel, con altos valores de producción siempre se ven bien, se controlan bien y suenan bien, no importa si lo juegan en Xbox 360 o PS3, no se decepcionarán y, obviamente, si lo consiguen para PS4, Xbox One y PC, gráficamente se verá mejor el juego, pero no importa la plataforma, al menos, en cuestión técnica no creo que haya quejas.
Lo que me llamó la atención fue que las granadas tienen varias funciones y se pueden cambiar al momento. Por ejemplo, hay una nueva función en donde la granada en vez explotar y dañar a los enemigos, los marca, es decir, aparecerán resaltados en color rojo. Incluso, detrás de paredes esta función es muy útil, sobre todo en niveles donde el caos de la batalla está al 100% porque no permite saber bien dónde está cada enemigo por un breve instante.
Otras funciones en las granadas incluyen un pulso electromagnético para dañar a los drones o también que se pueda dirigir a un blanco en específico.
Los soldados del futuro traen un exoesqueleto que les brinda mayor fuerza o habilidades como poder dar saltos muy altos o frenar una caída, también algunos trajes incluyen un gancho para poder llegar a lugares altos.
Eso permite un juego más dinámico, no se siente como si el soldado tuviera «poderes especiales», pero sí me recordó a juegos como Crysis o Bioshock Infinite, lo cual no es para nada malo, finalmente es un videojuego y si los desarrolladores quieren meter nuevas funciones, pues adelante, toda mejora es bienvenida.
Otra mejora en el modo campaña es que se puede ir mejorando al protagonista, después de matar a cierto número de enemigos, o de hacer disparos a la cabeza, usar granadas y encontrar documentos, recibiremos puntos que nos servirán para mejorar el tiempo de recarga de armas, tener mayor resistencia, correr por más tiempo, etc.
Y a todo esto ¿vale la pena comprarlo?, yo lo fui a rentar y, eventualmente, lo compraré cuando ya incluya extras y esté a precio reducido. Pero miren, mis queridos lectores, este tipo de juegos es como una montaña rusa, todo está pensado para divertirnos y pasar momentos emocionantes. Otra cosa es que yo le encuentre chiste a la narrativa bélica, pero si no ya saben que el multijugador les ofrecerá horas y horas de juego en línea.
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