“Mi estatura es de 65 centímetros. Estoy bien conformado, con las proporciones correspondientes, aunque tengo la cabeza un poco grande. El pelo no es negro, como el de los demás, sino colorado y echado hacia atrás de las sienes, y de una frente que más impresiona por lo ancha que por lo alta. Soy lampiño, pero, fuera de eso, mi rostro es como el de cualquiera. Las cejas son espesas. Mi fuerza física es considerable, especialmente si me enfurezco. Cuando se dispuso la lucha entre yo y Josafat, a los veinte minutos lo puse con la espalda contra el suelo y lo estrangulé. Desde entonces, aquí no hay más enano que yo.”*
Pär Fabien Lagerkvist (Vaxjö, 23 de marzo de 1891- Estocolmo, 11 de julio de 1974, Suecia), Premio Nobel de Literatura 1951, mismo año para la publicación de El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar y La colmena de Camilo José Cela.
Pär Lagerkvist fue hijo en una familia campesina cristiana de la provincia de Småland. En 1910 inició sus estudios de arte y literatura en la Universidad de Upsala que interrumpió en 1912 por conflictos ideológicos con su familia; en París estudia arte con cercanía a los movimientos cubista y expresionista. En 1917 —durante la Primera Guerra Mundial— vivió en Dinamarca, ahí escribió su primera obra teatral titulada El último ser humano y su libro de poesía Angustia (Ångest) obsesionado por el conflicto bélico y la destrucción de la vida humana. De regreso a Suecia (1919) escribe ensayos y crítica de teatro. Continúa su obra literaria con aceptación entre el público e influencia en la literatura de su país. En 1940 le nombran Miembro de la Academia Sueca, recibe el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Gotemburgo y en 1951, por su obra, la Academia le otorga el Premio Nobel de Literatura. De la obra de Pär Lagerkvist quedan: Angustia (Ångest, 1916), La Eterna sonrisa (Det eviga leendet, 1920) Historias Malignas (Onda sagor, 1924), El Verdugo (Bödeln, 1933), El Enano (Dvärgen, 1944), Barrabás (Barabbas, 1950) adaptada al lenguaje cinematográfico en 1962, producida por Dino De Laurentis, dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Anthony Quinn, Silvana Mangano, Katy Jurado, Arthur Kennedy, Harry Andrews, Ernest Borgnine, Vittorio Gassman y Jack Palance…
“He notado que a veces inspiro temor. Pero lo que cada uno teme es a sí mismo. Creen que yo soy la causa de sus preocupaciones, mas lo que en realidad los asusta es el enano que llevan dentro, la caricatura humana de rostro simiesco que suele asomar la cabeza desde las profundidades del alma. Se asustan porque ignoran que llevan otro ser dentro de ellos mismos. Les espanta ver surgir a la superficie ese desconocido que les parece no tener nada de común con su verdadera vida…”*
“El enano” retrata la íntima miseria humana, el soterrado “yo” visible en los otros, en los de más allá; el cúmulo de inquietudes apenas asomadas a la realidad individual/colectiva que maldecimos para escudar, que rechazamos para ocultar.
“Aquí estoy sentado, encadenado en mi calabozo, y los días pasan sin que acontezca nada. Ésta es una vida vacía y sin alegrías, pero la acepto sin quejarme. Estoy esperando que cambien los tiempos, lo que ha de suceder, puesto que no tiene sentido el estarme aquí sentado para siempre. Ya tendré ocasión de continuar mi crónica a la luz del día como otras veces, y mis servicios serán de nuevo necesarios. Si conozco bien a mi señor, él no podrá pasar mucho tiempo sin su enano. Esto es lo que pienso en mi calabozo, y estoy de buen humor.
“Pienso en el día en que vendrán a librarme de mis cadenas porque él ha enviado a buscarme.” *
Desde el inicio y hasta el final de la trastornadora novela bulle la pregunta lacerante ¿quién es realmente El enano —que en la novela lleva por nombre Piccolino—? que sin asidero lógico alguno remite al conocido “complejo de Tersites”, el que de acuerdo con estudios de la psicología es una preocupación fuera de lo normal por algún defecto percibido en las características físicas, sean reales o supuestas:
“…Tersites… sabía muchas palabras groseras para disputar temerariamente, no de un modo decoroso… Fue el hombre más feo que llegó a Troya, pues era bizco y cojo de un pie; sus hombros corcovados se contraían sobre el pecho, y tenía la cabeza puntiaguda y cubierta por rala cabellera…” **
*Párrafos tomados de “El enano”, Título original: Dvärgen, autor: Pär Lagerkvist, traducción: Fausto de Tezanos Pinto. Biblioteca Virtual OMEGALFA
**La Ilíada, tomo II, vv. 211 y ss.
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