Los gecónidos, gecos o salamanquesas (Gekkonidae) son una familia de saurópsidos o reptiles escamosos, que incluyen especies de tamaño pequeño a mediano que se encuentran en climas templados y tropicales de todo el mundo. Tienen varios rasgos peculiares que los distinguen claramente de otros lagartos. Son únicos por su vocalización, ya que emiten ruidos chirriantes en sus interacciones con otros animales de su misma especie. Son de hábitos nocturnos, por lo que cuentan con ojos enormes, dotados de pupilas verticales lobuladas, que permiten un extraordinario margen de variación en su abertura.
Muchas especies tienen almohadillas adhesivas en las plantas de los pies que les permiten escalar superficies lisas verticales, e incluso reptar por los techos fácilmente. Estas habilidades son bien conocidas entre las personas que viven en climas templados, ya que varias especies de geckos pueden pasar al interior de las casas. Estas especies (por ejemplo la salamanquesa) forman parte de este tipo de ecosistemas, y afortunadamente se les respeta, ya que su función ecológica es alimentarse de insectos.
En Europa, las más conocidas son las salamanquesas que penetran frecuentemente en las casas y están rodeadas de cierto folclore; el nombre popular «salamanquesas» se generaliza con frecuencia a toda la familia de este animal. La designación «gecos» procede del inglés gecko, que es una generalización de Gekko, el género tipo de la familia. Gekko, a su vez, proviene de una palabra malaya homófona, que es una onomatopeya que reproduce el grito de una especie indonesa.
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