A medida que el riesgo climático aumenta la frecuencia y la gravedad de los desastres naturales, los patrones climáticos cambiantes están provocando otro peligro latente: los incendios forestales.
Entre 2019 y 2020 las noticias relacionadas con los incendios en California, Estados Unidos; en la selva Amazónica de América del Sur; y en Australia estuvieron presentes en los noticieros del mundo. No obstante, los incendios en éste último país al inicio de este año son considerados los más devastadores del periodo.
Tras dimensionar el nivel del desastre en el continente australiano: la extensión de los incendios fue tan grande, que arrasó con superficies superiores a la extensión de toda Costa Rica, o a la de Dinamarca y Holanda juntos.
Solamente en Nueva Gales del Sur se quemaron más de cuatro millones de hectáreas, cifra que supera a los incendios ocurridos en 2018 en California de 1.8 millones de hectáreas, y en el Amazonas equivalente a 900 mil hectáreas.
Las estimaciones hasta hoy del total de área quemada se calculan en más de 10 millones de hectáreas (100.000 km2), o alrededor del 8% de la vegetación total de Australia. Se trata de bosques y ecosistemas que tardan entre 100 y 200 años en crecer y eso va a afectar gravemente a las condiciones de vida de muchas especies, algunas de las cuales ya estaban en peligro de extinción.
Si bien aunque el alcance de estos incendios sí es extremo, tiene precedentes: en la temporada 1974-75 un total de más de 100 millones de hectáreas (1 millón de km2) o el 15% de la masa de tierra de Australia, también ardió, solo que se trataba de áreas de pastizales en gran parte remotas del centro de Australia. En aquel entonces debido a la lejanía del área, Australia experimentó una pérdida limitada de propiedad privada.
En la actualidad, las catástrofes naturales demuestran cuán interconectado está el mundo, pues se estima que en los meses en que los incendios estuvieron activos, liberaron a la atmósfera más de 400 millones de toneladas de CO2, el equivalente a todo el carbono emitido por la actividad industrial de un país como el Reino Unido en un año. En definitiva los incendios en Australia, a consecuencia del cambio climático, van a contribuir a agravarlo en cualquier parte del mundo.
Australia es uno de los siete países que Naciones Unidas sitúa en la categoría de megadiversidad, lo que significa que albergan el 70% de la biodiversidad del planeta, los incendios han tenido efectos devastadores para las especies animales del continente, la mayoría endémicas y muchas de ellas en situación de vulnerabilidad o en peligro de extinción.
Además de las 28 víctimas mortales y de las enormes pérdidas económicas y materiales, el fuego causó la muerte de más de mil millones de animales, sin contar insectos, según una estimación de la Universidad de Sidney, y ha tenido un impacto enorme sobre el hábitat.
Más allá del impacto humano (vidas perdidas y hogares destruidos), así como las afectaciones ambientales, los desastres naturales como los incendios dañan infraestructura clave, interrumpen los negocios y las cadenas de suministro, y, amenazan la agricultura y la producción de alimentos. A medida que las catástrofes continúan en alcance y escala, la construcción de soluciones a largo plazo en todas las industrias, gobiernos y comunidades para abordar el cambio climático es cada vez más imprescindible para la resiliencia futura.
Al respecto, Greg Lowe, director global de Sostenibilidad y Resiliencia en Aon, sugirió que «los desastres naturales están presionando a las aseguradoras para que miren hacia el futuro y gestionen el riesgo climático en evolución».
Al mismo tiempo afirma que «la industria está en una posición única para alentar a varios grupos desde inversionistas, organizaciones de préstamo y crédito, hasta formuladores de políticas públicas a explorar juntos cómo gestionar y responder a los diversos riesgos que plantea el Cambio Climático».
A medida que aumentan las pérdidas por incendios forestales, el peligro se ve exacerbado por la mayor expansión de la propiedad y la población en áreas de riesgo de incendios forestales. Ello significó pérdidas aseguradas globales de más de 35 mil millones de dólares entre 2017 y 2018. En pocas palabras, más personas en regiones vulnerables aumentan la probabilidad de que ocurran incendios, y causen un mayor daño si ocurren.
El riesgo en la llamada Interfase Wildland – Urban (WUI, por sus siglas en inglés), clasificada como las áreas donde se construyen edificaciones ocupadas por humanos cerca o entre vegetación silvestre propensa a incendios, se agrava por los cambios en el comportamiento y la intensidad del fuego, la variabilidad constante del patrón climático, temporadas de incendios alargadas y otros aspectos del Cambio Climático.
En el caso de las aseguradoras que miden la “exposición de la propiedad”, en las temporadas de incendios californianos de 2017 y 2018 que arrasó con un área combinada de menos de 1.8 millones de hectáreas (18,000 km2), pero que tenía aproximadamente entre 30 y 40 edificios destruidos por km2. Comparativamente con los eventos actuales en Australia, las pérdidas han significado menos de 0.1 edificios destruidos por km2, es decir, hay aproximadamente 4.5 km2 de área quemada por cada propiedad expuesta individual.
A medida que aumenta el riesgo de incendios forestales, algunas aseguradoras reducen su capacidad o aumentan sus precios de cobertura. Por lo tanto, algunas empresas están buscando formas de transferir parte del riesgo y las reaseguradoras podrían tener las respuestas, aunque las opciones podrían ser un poco más caras.
Desde el punto de vista del reaseguro, los incendios forestales en Australia son significativos en términos de duración y amplitud geográfica del área quemada. Los contratos de reaseguro limitan el daño recuperable ya sea por tiempo (es decir, un duración máxima), o extensión geográfica (es decir, distancia o límite territorial). La naturaleza de las pérdidas actuales de los incendios forestales en Australia significa que existe la posibilidad de que el impacto del reaseguro no sea tan significativo como algunos eventos anteriores.
Las compañías y personas con ubicaciones en zonas de alto riesgo de incendios forestales se han convertido en un problema crítico. Sin embargo es de esperarse que en el futuro, sigamos viendo que “las empresas y las aseguradoras apliquen enfoques innovadores para abordar este creciente riesgo».
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