Los orígenes de esta Danza de los Diablos yacen provisionalmente en la época colonial, es una manifestación de la evangelización de las misiones para inculcar en los pobladores originales los conceptos básicos de la religión cristiana con su concepción del bien y del mal. Rigen esta danza dos personajes principales: la muerte y Lucifer acompañados de al menos 6 parejas de diablos y 2 o 3 bufones llamados “huesquistles”. Durante la representación, el Tenango (el “Diablo Mayor” o “El Viejo”) al frente de una hilera de diablos golpea rítmicamente una quijada de burro en tanto de una segunda fila liderada por una diabla (“La Minga” o “La Vieja”) surge la tonada musical de una guitarra para acompañar la danza marcada con el ritmo surgido de una caja de madera percutida por otro diablo. La Minga baila con El Viejo, con sus hijos los diablos y con la gente del público con quienes coquetea a fin de enloquecer de celos a su esposo y de entre de ellos, entre bromas y movimientos eróticos provoca sensualmente a los concurrentes y de entre de ellos elige y adjudica un hijo recién parido, producto de su lubricidad. Esta es una danza con representación temporal en Tixtla, Chilapa, Chilpancingo, etcétera. Celebración de Muertos en la Costa Chico de Guerrero y Oaxaca.
Los diablos visten prendas maltratadas, viejas y rotas, predominantemente de color negro adornadas con flecos en los bordes. Portan paliacates rojos en una mano, en la cintura, el cuello o en la cabeza, una máscara de madera o cartón con una cornamenta de venado, pelo y barba de crin de caballo. El Diablo Mayor utiliza chaparreras y su atuendo es más elegante que los demás. Por su parte, la Minga usa ropa amplia de colores chillantes, blusa, falda y rebozo.
Acompañados de la flauta o harmónica, una charrasca (quijada de burro o de caballo) y el bote o tigrera, los diablos recorren las calles principales de sus pueblos. (La tigrera es una especie de tambor pequeño cuyo cuero se conecta una vara que ha sido untada con cera de Campeche, y que al ser restregada con la mano produce un sonido similar al rugido de los tigres. Según la tradición africana, este bote lo utilizaban los cazadores de tigres para atraer a sus presas. Actualmente, en las festividades incluyen instrumentos metálicos de viento y electrónicos.)
La danza de los diablos es la fusión de tres culturas -la africana, la española y la indígena- surge los días 1 y 2 de noviembre (días de los difuntos), en esas fechas los diablos bailan y juegan. La figura del Demonio es festiva y compleja, protagonizada juguetonamente a través de la danza. El Demonio y su cohorte de diablos no son encarnaciones del mal, sino personajes duales, como cualquier costeño, sólo los ropajes les definen como seres del más allá.
El Tenango es el diablo y es negro, es el líder de los diablos para las festividades de “todos los santos”, agita y restalla un trenzado de cuero con el que acicatea a los concurrentes para que participen en el baile comunitario.
Llegaron los diablos,
todos muy presentes,
llegaron los diablos,
todos muy presentes;
damos un saludo
a toda la gente,
damos un saludo
a toda la gente…
Son danza del negro evadido, del negro cimarrón.
Satanás o “el Tenango” cuida del ganado, no es ni bueno ni malo, es similar a los hombres. El diablo o Tenango ofrece riquezas a cambio de sus almas.
En las festividades de muertos los diablos llegan a las casas a pedir comida.
Llegaron los diablos todos muy tristones,
llegaron los diablos todos muy tristones…
Los diablos son los guías de las almas de los muertos para ir del panteón a la casa de sus familiares y ahí disfrutar los alimentos preferidos en vida para al término de “la visita” regresarlos al cementerio.
Los “hombres de sombra pesada”, es decir, los fuertes y de carácter recio y aguerrido son los preferidos de los diablos, los que al morir se los llevan en cuerpo y alma.
La danza de los diablos recuerda la satanización de los negros por los españoles.
Los diablos son los guardianes de los muertos, los muertos más antiguos o los fallecidos mismos.
Ya se van los diablos ¡caramba!
ya se van p’al huerto
Ya se van los diablos ¡caramba!
Se van p’al huerto
Diciendo que vivan ¡caramba!
Toditos los muertos.
Diciendo que vivan ¡caramba!
Toditos los muertos.
(Tomado de “Orígenes”, difusión del INAH en voz de Juan Stack.)
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