Erika Fernández, presentadora de televisión, modelo y defensora de los animales, se ha convertido en la primera celebridad en México en apoyar la campaña #SéLibreDeCrueldad con el fin de prohibir a nivel federal las pruebas con animales para fines cosméticos.
Humane Society International, organización con liderazgo internacional en la protección animal, está trabajando para lograr la alineación en la política regulatoria en todo el mundo para apoyar la innovación segura y compasiva para acabar con la crueldad en la industria de los cosméticos.
Existe un apoyo público sustancial para la prohibición de las pruebas de productos cosméticos en animales, tanto dentro de México como a nivel mundial. Siete de cada 10 mexicanos encuestados (68%) se oponen a las pruebas de laboratorio con animales para cualquier propósito. El sondeo en otros mercados de cosméticos importantes revela un apoyo similar de la mayoría para las prohibiciones a nivel nacional en las pruebas de cosméticos y sus ingredientes en animales. Por ejemplo, el 81% de los canadienses, el 73% de los estadounidenses y el 66% de los brasileños encuestados apoyan la prohibición de pruebas con animales para fines cosméticos.
Erika Fernández dijo que «realmente creo que es posible que cada persona viva de una manera que aliente, proteja y promueva el desarrollo de los demás, que cuide y respete a los animales, mientras se esfuerza por crear y mantener un mundo compasivo y libre de crueldad”.
37 países, incluyendo el mayor mercado mundial de productos de belleza, la Unión Europea, Noruega, Suiza, Israel, India, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Turquía, Taiwán, Guatemala y varios estados de Brasil, han promulgado prohibiciones a productos cosméticos e ingredientes probados en animales.
Más de 600 marcas de belleza exitosas en América del Norte han hecho un compromiso «libre de crueldad», lo que demuestra que se pueden producir cosméticos nuevos, seguros y rentables. Estas compañías lo hacen eligiendo entre miles de ingredientes ampliamente disponibles que ya fueron probados en el pasado, en lugar de comprar productos químicos recientemente desarrollados que deben someterse a nuevas pruebas con animales.
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