Ensayo II. Tinta, acuarela y acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.
En la gran construcción iniciada por Catalina «La Grande», en la antigua San Petersburgo (Petrogrado, Leningrado y hoy de nuevo San Petersburgo), el acopio de obras artísticas es tal que si ingresaramos hoy y dedicaramos un minuto de atención a cada manifestación, saldríamos del «Hermitage» algún día del 2019. 11 años de experiencia artística.
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Y al resucitar Lázaro ¿cuántos de sus amigos le reconocieron?
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Con el jalón fijado por el astrolabio y la vista pendiente en el occidente, llegamos a la frontera de la costa. Más allá, tras la cortina verde, acaso seamos un fragmento en la Historia.
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Traía en la mirada la luz de 11 000 días, el destello cegador de los desiertos; en los párpados, el relumbrón de las aguas y de los millones de estrellas -soles iniciales, fuegos claudicantes- y las heridas de innúmeros vientos.
Con sus sandalias desgastadas, polvorientas, desgajó las piedras, tronchó la hierba menuda. Con ellas hurtó las miles de huellas para heredar las propias en caminos y veredas.
Los labios y el rostro marchitos por aires posados sobre la meditación, que borraran sonrisas viejas y que al llanto embadurnaran sobre las mejillas macilentas a las que ni un beso serenaran.
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Era un tipo feo, con toda la fealdad ante la cual resulta inútil una mínima benevolencia. De él Carmelita, tan sólo escuchar el arrastrar peculiar de su tosco calzado, torcido el significado original, exclamara: «así estará el infierno que el diablo anda afuera.»
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A su muere en Montevideo, Uruguay, el 24 de mayo de 1919, su obra mereció el homenaje de Rubén Darío, Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Emilio Frugoni, Baldomero Fernández Moreno, Enrique González Martínez, Alfonso Reyes… y el reconocimiento de Luis G. Urbina, Enrique Diez-Canedo, Ramón López Velarde, Miguel de Unamuno… para el poeta nacido en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870, considerado dentro de la corriente modernista y a quien hoy se le reprocha el garbo místico; tíldasele de simplista y de vulgarizar el arte en búsqueda de la popularidad. Dícesele cursi y pocos entienden los dolores manifiestos en la pérdida de aquella que le dejara olvidado en este mundo: «La amada inmóvil».
¿Será hora para el renacimiento de Amado Nervo?
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