Falleció uno de los grandes guitarristas irlandeses; quizá no muchos ubiquen su nombre a la primera, pero Gary Moore fue el fundador de una fusión altamente criticada y al mismo tiempo altamente amada: metal y blues.
Moore inició su vida en el escenario en la década 60, tocó con las bandas: The Boys, Granny’s Intention, Dr. Strangely Strange y Skid Row (no la de Sebastian Bach); pero la fama la consiguió con sus grandes solos de heavy blando (o, si prefieren, rock duro).
Después de muchos años de luchar por ser conocido y de haberlo logrado gracias al metal, Gary decidió que era hora de dedicarse al estilo que lo inspiró tantos años: el blues.
El primer disco fue “Still got the Blues”, de hecho, es un disco que cumple con todas las características de blues y que denota el estilo de su mentor, Peter Green, en la mayoría de las canciones.
La primera reacción fue que los amantes del metal se sintieron traicionados y los conocedores del blues invadidos. Moore tardó muchos años en obtener un estilo propio que contuviera ambos sonidos, en conseguir que Moore sonara a Moore y no sólo a un buen músico imitador.
Como ejemplo de la capacidad que este guitarrista tenía para coquetear con sonidos tan diversos, Moore colaboró en diversas ocasiones con los grandes del blues: B.B King y Albert Collins, mientras que en frecuentes ocasiones participó con su gran amigo Ozzy Osbourne.
Moore falleció la semana pasada debido a un infarto al corazón, mientras vacacionaba en España. En los medios (más que la noticia de su muerte, o el legado que dejó) lo que más impactó fue que murió debido a causas naturales. La BBC declaró “No es una víctima del rock, era un tipo de lo más saludable”.
Cual fuera la causa, seguramente sus fans están de luto.
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